Nuevo Gobierno de unidad nacional tras año y medio de crisis en Líbano
Líbano cuenta desde ayer con un nuevo Gobierno de unidad nacional. El acuerdo, que garantiza el derecho a veto para la actual oposición, liderada por Hizbulah, es el resultado de importantes cesiones por parte de los grupos alineados con Occidente y pone fin a año y medio de grave crisis institucional, que estuvo a punto de derivar en mayo en una nueva guerra civil en los enfrentamientos armados.
GARA |
El nuevo Gabinete, de 30 miembros, fue anunciado una vez superados los últimos obstáculos entre la coalición pro-occidental liderada por el sunita Saad Hariri y la oposición, dirigida por la organización chiíta Hizbulah y los cristianos maronitas del general Michel Aoun.
El nuevo Gobierno responde a lo estipulado en el Acuerdo de Doha, firmado en mayo. Así, reserva 16 ministerios para la actual mayoría pro-occidental y 11 para la oposición, dejando en manos del presidente, Michel Sleimane, el nombramiento de tres, dos de ellos de fuerza (Defensa e Interior).
Así, la actual oposición dispondrá de derecho de veto, habida cuenta de que se establece una votación cualificada para cuestiones de interés nacional.
Fue precisamente su eliminación lo que provocó a finales de noviembre de 2006 la dimisión de seis ministros del bloque opositor, que protestaban así por la decisión unilateral del Gobierno de Fuad Siniora de apoyar la formación de un tribunal extranjero para juzgar a los presuntos resposables de la muerte en atentado del ex primer ministro Rafic Hariri, padre del actual líder de la mayoría.
Siniora, que continuará al frente del Ejecutivo, tendrá a su lado como ministro de Trabajo a un dirigente de Hizbulah, Mohamed Fneich, quien ya detentaba una cartera en el anterior Gobierno, formado en 2005.
Último escollo
Hizbulah ha logrado, asimismo, otras dos carteras para sus aliados, tanto para el druso Talal Arsan como para el líder del Partido Nacional Social Sirio, Ali Kanso. El nombramiento de este último era rechazado por la actual mayoría pro-occidental, que le acusaba del estallido de los enfrentamientos de mayo.
Estos últimos, que se saldaron con 65 muertos, fueron los más graves desde la Guerra Civil (1975-1990) y forzaron a Hizbulah a tomar por las armas las barriadas sunitas del sector occidental de Beirut.
Su acción fue decisiva a la hora de forzar a la actual mayoría sentarse en la mesa de Doha (Qatar) en unas negociaciones que han durado 44 días.
Un reparto complicado
Siniora tendrá como viceprimer ministro a un cristiano greco-ortodoxo alineado con la Corriente Patriótica Libre, del también opositor Michel Aoun, que logra otras cuatro carteras.
Precisamente es la comunidad maronita, dividida en su apoyo a la mayoría y a la oposición, la que irrumpe con fuerza en el Gabinete logrando media docena de carteras.
Y es que el reparto de las reservadas a la mayoría pro-occidental ha premiado también a los maronitas, incluida a la Falange, en detrimento de los drusos de Walid Jumblatt, que pierde uno de sus tres ministerios.
La mayoría pro-occidental mantiene la cartera de Exteriores y Siniora coloca a uno de los suyos, Mohamed Chatah, en Finanzas. Una hermana del finado ex primer ministro, Bahia Hariri, estará al frente del Ministerio de Educación.
El general Sleimane, aupado por los Acuerdos de Doha tras seis meses de vacío presidencial, convocará en los próximos días a los líderes de las facciones oficialistas y opositoras a un diálogo sobre cuestiones clave como una nueva ley electoral, exigida por los chiítas.
Responsables militares israelíes han denunciado que Hizbulah ha triplicado su arsenal de cohetes desde la agresión militar al país de los cedros, iniciada tal día como hoy hace justo dos años.
Según este informe, Hizbulah dispondría de 40.000 cohetes listos para ser lanzados contra territorio del Estado israelí.
El Ejército hebreo se retiró tras 34 días de bombardeos contra Líbano -que dejaron más de un millar de civiles muertos, además de sendos centenares de soldados israelíes y guerrilleros heridos- y después de una fracasada ofensiva terrestre. Pese a que reconoció no haber podido neutralizar a la milicia del Partido de Dios, Tel Aviv aseguró haber dejado muy tocada la capacidad militar de la organización chiíta. Hizbulah reivindicó su victoria y dejó en evidencia ante el mundo árabe y musulmán que el Tsahal no es invulnerable. El incremento de su capacidad militar va parejo a un aumento de su capacidad política en el interior de Líbano, visible en el desenlace de la actual crisis.
Ambos van de la mano y están relacionados con el acuerdo Hizbulah-Israel para un canje de prisioneros por cadáveres que se hará efectivo en los próximos días.
«Resulta irónico que Hizbulah haya podido obtener por la violencia lo que la Autoridad Palestina no ha logrado en diez años de negociación», señala Nadim Chehade, experto sobre Líbano del Instituto Chatman House de Londres.
Hizbulah logró otro éxito al imponer por las armas el final de los combates, hostigados por el Gobierno, en el oeste de la capital. «Libraron un pulso e Hizbulah ganó. El Gobierno debe acomodarse a la pujanza de Hizbulah», vaticinaba hace dos días Paul Salem, del centro Carnegie para Oriente Medio.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, fue interrogado nuevamente por la Policía, que sospecha ahora de él por estafa, concretamente de haber amasado dinero buscando financiación institucional para sus viajes al extranjero en calidad de alcalde de Jerusalén y de ministro de varias carteras.
Su agencia de viajes enviaba a diferentes instituciones facturas distintas por el mismo viaje e ingresaba el dinero en una cuenta privada de Olmert.
Está acusado ya formalmente de fraude, abuso de confianza e irregularidades en la financiación de sus campañas electorales. Su partido, Kadima, ha organizado primarias en setiembre. Igual es muy tarde.