Una muestra recoge el proceso creativo del Laboratorio Arzak
El Espacio Marzana de Bilbo inauguró ayer una curiosa exposición en la que se refleja la forma de trabajo del laboratorio del restaurante Arzak. La instalación, titulada «Friendo agua», reproduce el proceso creativo de los cocineros Elena Arzak, Xabier Gutiérrez e Igor Zalakain.
Karolina ALMAGIA | BILBO
Freir agua es imposible. «De momento», puntualiza Xabier Gutiérrez, uno de los tres protagonistas de la exposición que se puede ver hasta el 19 de setiembre en Espacio Marzana (Muelle Marzana 5, Bilbo). No es ninguna fantasmada la puntualización de Gutiérrez. En el laboratorio del restaurante Arzak, donde trabaja junto a Elena Arzak e Igor Zalakain, la investigación culinaria llega allá donde alcanza la imaginación. Y se persigue lo imposible. Este proceso de pruebas, repleto de creatividad e incógnitas, inspiró a Marta Arzak, responsable del programa educativo del Guggenheim, para idear y comisariar esta exposición que fue presentada ayer.
La muestra está estructura en varias secciones. Así, en un frigorífico se guardan las recetas sobre tres platos concretos -el círculo del chipirón, rape con hilos y médula y pompas de fresa-, mientras en una estantería se exhiben especias, tés y sales que forman parte del banco de ideas y en otra esquina una pizarra lanza términos como saborear, oler, cuajar, emulsionar.... Por otro lado, una pantalla ofrece de forma acelerada múltiples pruebas y pasos del laboratorio, a la vez que un audio recoge los sonidos y ruidos habituales. En otra sección, «Callejón sin salida», se reflejan, a través de fotografías, recetas que no llegaron a su fin, porque, como dice Elena Arzak, «sólo un diez por ciento de los platos que inventamos en el Laboratorio llegan a la carta».
En este juego de olores, sonidos y visiones el espectador intuirá qué hay tras el Laboratorio: «un lugar donde cada cocinero está inmerso en una rueda creativa, intuitiva y reflexiva que no se puede parar», según Marta Arzak, y donde los azares y los errores dan lugar a veces a algo sorprendente e inesperado, explica Elena.
Tras el juego de olores, visiones y sonidos, el espectador intuirá qué se esconde tras la puerta del Laboratorio Arzak: un lugar donde cada cocinero está inmerso en una rueda creativa e intuitiva que no se puede parar.
Tan sólo un diez por ciento de los platos que se inventan en el Laboratorio llegan a formar parte de la carta del restaurante Arzak. Los cocineros emprenden muchas veces un camino a ninguna parte.