La manida «etapa de transición» corre peligro de extinción en un Tour en el que la igualdad amenaza con convertir cada kilómetro en decisivo.

Algo que puede acabar con los ciclistas más en los huesos que de costumbre cuando lleguen a París, pero que los aficionados agradecen enormemente. Sin restar méritos a sprinters y cazaetapas, no es lo mismo sestear ante la pantalla, aunque lo recomiende la mismísima OMS, para despertar cuando el aventurero de turno es cazado a un kilómetro de meta, que vibrar todo el día con un pelotón ambicioso y dispuesto a aprovechar la más mínima opción que ofrezca el terreno.

Y de eso estamos teniendo, prácticamente todos los días, en una carrera que ayer nos ofreció su, de momento, jornada más espectacular. Algo que hace más meritorio aún el triunfo de Luis León Sánchez. A sus 24 años, el corredor de Caisse d'Epargne dio con los tres fundamentos del éxito, capacidad, carácter y una dosis de fortuna. Capacidad, porque tras trabajar primero para su líder, fue capaz después de meterse en la fuga del día y de volver a saltar cuando esta era neutralizada, en los últimos kilómetros, por una jauría ya reducida pero muy hambrienta. Carácter por, precisamente, no venirse abajo cuando sus opciones parecían esfumarse. Y la dosis de fortuna necesaria para estar en el sitio justo y en el momento adecuado, algo de lo que no todos pudieron presumir ayer.

Y es que la suerte -relativa, porque esa también hay que ganársela- tuvo mucho que ver en buena parte de lo sucedido en los 159 kilómetros entre Brioude y Aurillac. Tras un primer tramo rápido y alocado, quiso la fortuna que fuera un grupo en el que marchaba David Millar el único que saltó con suficiente fuerza como para augurarle cierto éxito. Columbia, lógicamente, se puso manos a la obra cuando, cosas también del destino, varios ciclistas, incluído Cunego, se fueron al suelo, cortando el pelotón. Por delante quedaban casi todos los hombres fuertes, salvo el italiano y los corredores de Euskaltel, mal colocados pese al especial interés que tenían en la etapa. El viento de costado y el trabajo de Columbia y CSC trajeron los abanicos y complicaron las labores de caza al segundo grupo. El reagrupamiento, incluídos los fugados, se produjo una treintena de kilómetros más adelante.

Casi de manera simultánea saltaban cuatro corredores, Josep Jufre, David De la Fuente (Saunier Duval), Luis León Sánchez (Caisse d'Epargne) y Vincenzo Nibali (Liquigas), que ya se mantuvieron en cabeza hasta el último suspiro.

Euskaltel no se resigna

Intentó evitarlo primero Mikel Astarloza, que se marchaba en su busca en la ascensión al Pas de Peyrol, aunque era neutralizado nada más concluir el peligroso descenso. Fue después Euskaltel en bloque el que aceleró el ritmo del pelotón, consciente de que el minipuerto -sólo dos kilómetros, pero al 10% de media- previo a la línea de meta podía resultar perfecto para Samuel Sánchez.

Lamentablemente, la escuadra naranja sólo consiguió parte de su objetivo: echó abajo la fuga, pero el asturiano ni era el único interesado en el triunfo, ni era el más fuerte, con lo que pudo entrar en el grupo cabecero, pero no levantar los brazos. Fácil no era, desde luego, porque en la pelea entraron los corredores habituales en este tipo de escaramuzas, pero también los primeros de la general, lo que aumentó dificultades y redujo posibilidades. El propio Stefan Schumacher intentó desquitarse de lo sucedido la víspera, le respondió un nuevamente extraordinario Pereiro, probó Kreuziger, se resistió De la Fuente... Y acabó sucediendo lo inesperado: cuando la fuga parecía definitivamente neutralizada, Luis León Sánchez volvió a marcharse para recorrer en solitario los cuatro últimos kilómetros y adjudicarse el mejor triunfo de su carrera.

A apenas seis segundos llegaba un pequeño grupo con todos los gallos, a excepción de Zubeldia, Astarloza y Cunego, que volvieron a ceder medio minuto. Una nadería comparado con las diferencias que pueden marcarse en jornadas venideras, pero un desgaste continuo que puede resultar insalvable ante unos rivales más numerosos y ambiciosos que de costumbre.

Mal día

Claro que si de damnificados se trata, la jornada se cebó ayer con los corredores franceses. Tres de ellos se fueron a casa, incluyendo a Christophe Moreau que, pese a haber atacado en los primeros kilómetros, echó pie a tierra en el avituallamiento por unos problemas de espalda.

Al hospital, se marchó el combativo Lilian Jegou, que chocó contra un árbol y se fracturó la muñeca. También abandonaron John Gadret y el italiano Mauro Facci, además de Magnus Backstedt, que llegó fuera de control.

Última oportunidad

Condenados a viajar en autobús en los próximos días, los sprinters buscarán hoy, por otra parte, su oportunidad. Los 172 kilómetros entre Figeac y Toulouse cuentan con una primera parte más complicada, apta para aventureros, y un último tramo totalmente llano.