Homenaje en Hernani: diez años sin «Egin», tiempo de nostalgia y, sobre todo, de denuncia
Han pasado diez años desde que Aznar se atrevió. Desde que aquella madrugada enviara al fiel Garzón y su guardia a cumplir el encargo de detener para siempre las máquinas y los micrófonos de una rotativa y una emisora referencial en el panorama informativo vasco. La mañana de aquel 15 de julio, este país se estremeció ante la imagen de los trabajadores que, delante de la redacción poco antes ocupada por centenares de policías y para entonces precintada, alzaron sobre sus cabezas y ante las cámaras de televisión el número 7.200 de «Egin». El último «Egin».
En estos diez años ha llovido mucho. El aldabonazo de Garzón fue sólo el primer paso de una andadura de represión salvaje que aún no se ha detenido y que ha pretendido poner a todo un pueblo contra las cuerdas. Sin éxito. No ha pasado un día sin que Euskal Herria haya respondido a los sucesivos intentos de amordazamiento, ni un solo día sin que el derecho a la información haya prevalecido gracias a la voluntad popular. En Hernani, se reencontrarán hoy quienes guardan con celo en su recuerdo los hechos de aquella madrugada de julio. Desgraciadamente, no podrán estar todos.