Un kamikaze hizo estallar ayer el vehículo cargado de explosivos en el que viajaba junto a un coche de Policía estacionado en un bazar del distrito de Deh Rawood, según indicó el jefe provincial de la Policía, Juma Gul Himmat, matando al menos a veinte civiles, la mayoría de ellos vendedores del mercadillo, y cuatro policías. Además, unas cuarenta personas resultaron heridas.

Himmat responsabilizó del ataque a los talibán, que en los últimos dos años han recurrido a los atentados suicidas como parte de su estrategia para luchar contra las fuerzas ocupantes extranjeras y contra el Gobierno colaboracionista de Hamid Karzai.

El pasado lunes, al menos 60 personas murieron en otro atentado suicida que tuvo como objetivo la embajada india en Kabul, aunque éste fue atribuido por las autoridades afganas a «servicios secretos extranjeros», en referencia al ISI de Pakistán.

En lo que va de año, en Afganistán han muerto unas dos mil personas víctimas de la violencia, 700 de ellas civiles.

Por otro lado, la comandancia de EEUU informó ayer de que al menos 40 supuestos insurgentes fallecieron, treinta embarcaciones rebeldes y varios puentes manuales fueron destruidos en las últimas 48 horas en el transcurso de una operación militar puesta en marcha por las tropas de la coalición invasora en la sureña región afgana de Helmand.

Los combates comenzaron el sábado en el distrito de Sangin, cuando, según la versión estadounidense, un grupo de insurgentes atacaron a una patrulla formada por tropas afganas y de EEUU.