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María y Eduardo Chillida: pasión por la pintura «Prométeme»

Uno se dedica a pintar básicamente paisajes, la otra se decanta por los collages, pero los dos tienen mucho más que el apellido en común. Los dos hermanos, que exponen en diferentes galerías donostiarras hasta setiembre, están de acuerdo en una cosa: pintan lo que sienten, lo que les sale. Y en eso ha tenido mucho que ver su padre, el gran escultor Eduardo Chillida, que si algo les enseñó respecto al arte es que «hay que trabajar, trabajar y trabajar».

Rebeka CALVO | DONOSTIA

María y Eduardo Chillida son hermanos y artistas con mayúsculas, y no sólo porque hacen lo que les sale de dentro, lo que les apetece en cada momento, sino porque pueden pintar sin presiones, sin ninguna norma que condicione su trabajo.

Los dos artistas exponen hasta setiembre en galerías de Donostia; María Chillida inauguró su exposición de 42 trabajos este pasado jueves en la Galería Ekain, y Eduardo Chillida, por su parte, lo hizo un día después, el viernes, en la Galería Arteko. La primera muestra se puede visitar hasta el 10 de setiembre y la segunda, que reúne un total de 23 cuadros, dos litografías y dos esculturas bajo el inquietante título «Llegada a la casa del enigma», hasta el día 5 del mismo mes.

Cada uno ha seguido un camino diferente en la pintura. Los cuadros de María dejan al descubierto su casi obsesiva búsqueda del equilibrio, así como mucho color. Son collages abstractos, amables. Eduardo, sin embargo, retrata, pinta «todo lo pintable», y en esta ocasión muestra su particular mirada sobre lo que le rodea; la bahía de la Concha, paisajes, rincones que recorre... También muestra puertas y ventanas que se abren, o se cierran, según como se mire, al mundo. «He pintado esto -en referencia al juego de ventanas y puertas entreabiertas- porque es lo que me llama la atención. Supongo que me llamarán la atención muchas otras cosas, pero en este momento es lo que pinto», aclara Eduardo.

Es inevitable pensar que en todo este trabajo tiene mucho que ver su padre, el gran escultor Eduardo Chillida. Pero los hermanos matizan que sobre todo, lo que han aprendido de él es que hay que trabajar. «La constancia es muy importante en este trabajo», aclara Eduardo.

María es de la misma opinión, aunque se toma la pintura con otra filosofía: «No soy muy constante. Si no fuera por Juan Cruz, -el dueño de la Galería Ekain- no expondría. Me encanta pintar y hacer mis cosas, pero para mí, para regalar a los amigos... soy un poco vaga, lo tengo que reconocer. No me considero artista, quizá porque no como gracias a lo que gano de esto, tengo mi trabajo y aprovecho mi tiempo libre para pintar». En cuanto a su padre María explica que «hay veces en las que miro algún trabajo mío y pienso, `mira, ¡aquí sí que hay algo de él!', como las gravitaciones que utilizo, sí que es algo de mi padre, pero en general mi trabajo no tiene nada que ver con el suyo. Eso sería imposible. Lo que sí nos ha legado nuestro padre es la pasión por esto y el hecho de haber vivido en este mundo desde siempre».

«El mayor legado de mi padre ha sido verle. Verle durante toda la vida. Verle y ver que las cosas salen cuando se trabaja. Supongo que el hecho de llamarme igual que mi padre confunde y ayuda, pero porque soy bueno en esto, si no, me vendría fatal», señala su hermano. «Yo llevo haciendo arte toda mi vida, desde pequeñito. Cuando tenía cuatro años le pedí a mi padre por la ventana que me pasara un trocito de terracota, e hice una escultura que te pasas. Esta escultura siempre estuvo en la biblioteca de mi padre, en el lugar donde ponía sus obras para observarlas y estudiarlas. Tengo el gran honor de que yo estaba en ese lugar», añade.

Las exposiciones

En cuanto a las exposiciones, María Chillida muestra 42 obras a las que no ha querido poner ningún título: «Lo de los títulos no me preocupa mucho, siempre te puedes poner a pensar y sacar alguno, pero no me ha salido, así que esta exposición no tiene título». En esta ocasión ha seguido con la línea «de siempre», la que mostró, también en Ekain, en «Equilibrios» y «Simetrías». «Sobre todo uso papel, lo pinto previamente, y luego ya hago los collages. En esta ocasión he metido la madera, maderitas finitas y también la madera como marco. Por una parte lo he hecho porque los marcos valen un dineral y hay que intentar evitarlos como sea, y además, me he dado cuenta de que me gusta mucho como quedan. No he perdido nada, incluso he ganado usando la madera como marco», explica.

Esta exposición, sin embargo, es mucho menos colorista que las anteriores. «Sigo la línea de siempre pero en esta ocasión sí que he bajado el tono. La culpa de esto son unos papeles que heredé de mi padre. Son una papeles pintados a mano de Japón, preciosos, que quizá me han llevado a apagar un poco el colorido», aclara. También ahora busca el equilibrio que le caracteriza, aunque reconoce que bajo una perspectiva muy personal: «Busco el equilibrio, aunque me he ido dando cuenta de que debo de tener un equilibrio malísimo, ¡no sé si tengo un ojo mal o qué! Cuando miro ahora mis trabajos noto que se van para un lado. Claro que no ando con la regla mirando si está exacto o no y, mira, no debe de estar muy perfecto, pero para mí está bien así».

Arteko, por su parte, acoge trabajos que Eduardo Chillida ha realizado en los últimos años, así como algunos que ha hecho expresamente para esta exposición. «Llegada a la casa del enigma» muestra la fuerza de este pintor a la hora de crear. La muestra, además, se acompaña de un documental de Gorka Merchán donde se puede ver todo el proceso creativo de un cuadro de Eduardo Chillida. En cuanto al título, el artista explica que eligió este nombre porque «por fin he conseguido que mi cuñado, Eduardo Iglesias, me escriba algo en el catálogo. Me escribió un cuento que se titula `La llegada a la casa del enigma' y raíz de esto le pusimos este título».

A ninguno de los dos hermanos les gusta hablar de los precios de sus obras, aunque aseguran que son asequibles, «el precio depende también del tamaño de la obra», matiza Eduardo Chillida.

Mikel INSAUSTI

Emir Kusturica está cada vez más identificado con el cine popular, con la comedia como género que ayuda a desdramatizar el contexto político. «Prométeme» es su película más divertida hasta la fecha, razón por lo que la crítica seria la ha condenado ya de entrada. Y, en contra de la opinión de los enviados al Festival de Cannes del 2007, me parece su proyecto más arriesgado. No son muchos los cineastas que se atreven a practicar el humor de forma abierta en los países del Este, menos aún desde que sus jóvenes cerebros de los años 60, como Polanski o Forman, se fugaron. Kusturica recupera aquel tipo de caricatura surrealista, de paso que entra de lleno en un periodo barroco de inspiración felliniana, en el que la exuberancia y el colorismo lo desbordan todo al ritmo de la música balcánica. Son más de dos horas de alocadas persecuciones, con los personajes corriendo delante de esas bandas de bodas y funerales que no paran de tocar.

«Prométeme» es tan delirante como «Underground» a la hora de describir una Serbia llena de contrastes, en cuanto país desquiciado por la guerra. De nuevo, Kusturica denuncia las consecuencias del desmembramiento de la antigua Yugoslavia, ridiculizando los intentos democratizadores y europeístas. La tan cacareada apertura sólo ha servido para aumentar la corrupción, satirizada en la delirante caracterización que su actor fetiche Miki Manojlovic hace del mafioso de Belgrado, que lo mismo se dedica al tráfico de armas que a la trata de blancas y a la construcción. Las secuencias de acción, coreografiadas a mayor gloria de los kalashnikov soviéticos, son puramente tebeísticas y recuerdan a «La gran aventura de Mortadelo y Filemón» o «Lo Dalton contra Lucky Luke». El descacharrante diseño artístico rinde tributo a la inventiva de los serbios, cuyo espíritu de reconstrucción les lleva a reciclar cualquier artilugio o material aparentemente inservible.

DESDE PEQUEÑOS

Tanto María como Eduardo pintan desde pequeños. «Cuando tenía cuatro años le pedí a mi padre por la ventana que me pasara un trocito de terracota e hice una escultura que estuvo siempre en la biblioteca de mi padre», relata Eduardo.

Ficha

Título original: `'Zavet'.

Dr: Emir Kusturika

Guión: Kusturica, Ranko Bozic y Rade Markovic Intérpretes: Uros Milovanovic, Marija Petronijevic, Aleksandar Bercek, Miki Manojlovic, Ivan Maksimovic... Música: Stribor Kusturica. País: Servia, 2007, 126 mts. Comedia.

EXPOSICIONES

«Sigo pintando para la próxima exposición, aunque ahora mismo no tengo nada cerrado. Llevaba tres exposiciones sabiendo cuándo venía la siguiente, pero ahora es una incógnita», explica Eduardo.

MENORCA

María pinta paisajes, aunque son demasiado «naïf» para exponerlos. Los pinta en Menorca, donde la luz le inspira más: «La isla tiene una luz tan bonita que me encanta pintar paisajes cuando estoy allí».

Ficha

Pinturas de: María Chillida.

Exposición: 42 collages, sin título.

Galería: Ekain.

Fecha: hasta el 10 de setiembre.

Pinturas de: Eduardo Chillida.

Exposición: «Llegada a la casa del enigma».

Galería: Arteko.

Fecha: hasta el 5 de setiembre.

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