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Maite SOROA

Ya buscan otra escandalera

El estilo, aunque chusco, es antiguo. Y en «El Mundo» lo practican con habilidad, chusca, pero habilidad. Empezaron a crear la famosa «alarma social» por la puesta en libertad de Iñaki de Juana el día en que legalmente le correspondía y lograron que el Gobierno español se cubriera de ignominia encerrándolo de nuevo. Ahora que sale porque ya no les quedan más condenas que inventar, salta «El Mundo» con un soberbio titular: «De Juana vivirá debajo del piso que habita una víctima de ETA». Y un no menos soberbio editorial en el que ofrecen la solución al escándalo: «El Estado debe alejar a De Juana de las víctimas de ETA».

Alertaba el editorialista: «Iñaki de Juana (...) volverá a ser piedra de escándalo el próximo mes (porque), según publicamos hoy, el etarra saldrá de prisión el 2 de agosto, una vez cumplida la pena de tres años que le impuso el Supremo por amenazas contra responsables de Instituciones Penitenciarias. Al escándalo que en sí mismo supone que un asesino múltiple como él haya pagado sus crímenes sólo con 21 años de cárcel, se sumarán la vergüenza y la afrenta de que se traslade a vivir a una casa del barrio donostiarra de Amara, en la que tendrá como vecinos a varias víctimas de actos terroristas como los suyos».

La tontería es de las de cuidado, pero el escriba de Ramírez se empeña en vestirla: «El hecho de que los tribunales no hayan sido capaces de proteger a las víctimas contra este escarnio es un fracaso del Estado de Derecho». Y aunque reconoce que «tampoco es posible impedir legalmente que De Juana se convierta en vecino de las víctimas de ETA. El artículo 67 del Código Penal vigente cuando el etarra fue juzgado permitía imponerle la pena de alejamiento del lugar de sus crímenes o de las familias de sus víctimas directas, circunstancia que no se da en este caso».

Y como eso le estropea el titular, busca una fórmula cuando menos ocurrente: «Puesto que legalmente parece muy difícil alejar a De Juana de las víctimas de la banda, quizá el Estado podría ofrecer a éstas un alivio de su sufrimiento, facilitándoles los recursos para que puedan cambiarse de domicilio, si así lo quieren». Pedro J. se lo guisa y Pedro J. se lo come.

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