El «viraje al centro» del último mes hace perder gas al fenómeno Obama
Desangrado por meses de guerra sin cuartel contra el clan de los Clinton y estigmatizado por su origen y su peculiar biografía, Barack Obama lleva un mes tratando de seducir a una parte del electorado que se antoja crucial para su triunfo. Para ello no ha escatimado en gastos realineándose con los tradicionales tótems de la política estadounidense. Pero ha pagado caro su «viaje al centro» en las encuestas. El fenómeno Obama parece resentirse de esta estrategia.
GARA |
El virtual candidato demócrata a la Casa Blanca, Barack Obama, aventajaba hace un mes en 15 puntos a su rival republicano, John McCain. Esta diferencia se ha reducido ahora a escasos tres puntos, según la revista «Newsweek», que encargó ambos sondeos demoscópicos. El senador por Illinois cuenta con el apoyo del 44% de los encuestados, frente al 41% que se alinea con el veterano de Vietnam.
Los analistas coinciden en imputar este descenso al «viraje al centro», es decir, a la derecha, protagonizado por el primer aspirante negro con posibilidades de acceder a la Presidencia de EEUU. Pese a que el implicado lo niega, el 53% de los votantes, incluidos los que apoyaban a su rival en el Partido Demócrata, Hillary Clinton, confirman haber detectado una marcha atrás en cuestiones que han sido centrales en el discurso de Obama, como la llamada guerra de Irak y la pena de muerte.
Este viraje al llamado «realismo político» tuvo como uno de sus primeros y principales hitos en el discurso que Obama ofreció al lobby judío, concretamente ante el Comité de Asuntos Públicos Americano-Israelíes en el que señaló que «Jerusalén debe seguir siendo la capital de Israel, y debe permanecer indivisible».
Obama, quien ha hecho bandera de su oposición a la invasión y ocupación de Irak, ha sostenido en los últimos tiempos posiciones más contemporizadoras respecto a esta cuestión.
Y como remate, el pasado domingo apelaba a los más bajos y antiprogresistas instintos abogando por la pena de muerte -de la que no se confiesa entusiasta- para Osama Bin Laden, considerado líder de Al Qaeda.
Atrapado
Atrapado entre los que le acusan de falta de experiencia y de ingenuidad y los que, las más de las veces paralelamente, airean sus orígenes tan alejados de la tradición WASP, Obama parece continuamente obligado a justificar su candidatura y de homologarla a los estándares exigidos en la tradición estadounidense.
Y en su intento de labrarse una posición «centrada» que estima vital para vencer el 4 de noviembre, corre el riesgo de no conseguirlo y de decepcionar a sus electorado, encandilado por el fenómeno político de cambio personificado en Obama.
Algunos datos apuntan a que el candidato habría comenzado a recular en las últimas horas. Así, ha lamentado su referencia a la indivisibilidad de Jerusalén justo después de que recibiera el apoyo de Clinton como «una pobre elección de palabras» y ha vuelto a sacar la bandera de Irak, asegurando que no entra en sus planes mantener bases militares permanentes aunque posponiendo al verano de 2010 la retirada de las tropas -siempre para reforzar la campaña en Afganistán- y apostando por el mantenimiento de una presencia «residual» contra Al Qaeda.
Bush podría dar luz verde a un repliegue parcial de tropas de Irak antes de finales de año para apuntalar al candidato republicano, McCain, y tratar de debilitar a Obama.
Una nueva caricatura, esta vez de la publicación «The New Yorker», que presenta en portada a Obama con indumentaria islamista en la Casa Blanca y a su lado su compañera vestida de guerrillera, con peinado a lo afro y kalachnikov en bandolera, ha provocado la irritación del equipo de campaña del candidato demócrata.
Lo paradójico del caso es que «The New Yorker», una de las revistas preferidas por los intelectuales y situada a la izquierda -siempre teniendo en cuenta lo peculiar del mapa político estadounidense-, ha justificado su caricatura asegurando que buscaba denunciar «la campaña de miedo y de desinformación» de la que es objeto el senador por Illinois.
Numerosas webs de la derecha extrema estadounidense insisten en que Obama es musulmán. Su rival, el republicano John McCain, aseguró hace semanas que Obama sería «el candidato preferido por Hamas». Ello no ha sido óbice para que el equipo de campaña del candidato republicano haya denunciado esta vez la caricatura solidarizándose con su rival.
Jake Tapper, editorialista político de la cadena ABC, califica la caricatura de incendiaria. «Yo me pregunto cuáles habrían sido las reacciones si (revistas conservadoras como ) «Weekly Standard» o la «National Review» la hubieran publicado».