Otro taquillazo de Will Smith, que es el actor más rentable del Hollywood actual, y al que no hacen daño ni las malas críticas. Los primeros cálculos indican que la película doblará en beneficios al capital invertido, que ha sido de unos ciento cincuenta millones de dólares. «Hancock» presenta a un superhéroe disfuncional y borracho en rehabilitación.

Este trabajo pasará a la historia de las producciones con problemas que, a pesar de todos los pesares, se estrenan dando mucho dinero, gracias a que al público palomitero no le importa si una película está bien acabada o no. Los test previos fueron negativos, tras doce infructuosos años en busca del guión y el director adecuados, por lo que hubo retoques de última hora que no han quedado convincentes. El guión original del vietnamita Vincent Ngo pretendía ser subversivo, pero los productores han ido haciendo sucesivos recortes para obtener la calificación por edades más amplía posible, logrando en última instancia que los niños vayan a ver la película en masa. Todo el mundo quería encontrarse con un Will Smith como el de «Hombres de negro», una comedia fantástica en la que el actor lucía el humor televisivo que le hizo famoso en «El príncipe de Bel-Air», y así ha sido.

Que nadie espere encontrarse en el cine otra cosa que una simple parodia de las películas de superhéroes, potenciada por el hecho de que Will Smith es un actor afroamericano, justo en un momento histórico decisivo para la comunidad negra de su país, con la candidatura presidencial de Obama de por medio. Está claro que para llegar a ocupar la Casa Blanca es necesario hacer un lavado de imagen, dejar atrás la mala prensa del ghetto racial. Esquema al que responde a la perfección «Hancock», protagonizada por un negro dotado de enormes poderes que ha malgastado por culpa de su adicción al alcohol. Un blanco, un relaciones públicas personificado por el actor Jason Bateman, se encargará de rehabilitar al superhéroe caído en desgracia y devolverle la popularidad perdida entre sus conciudadanos. Incluso le diseñará un traje a medida, para que no ande por ahí volando con su pinta de «sin techo», para que así deje de alarmar a la población.

Los gags cómico-espectaculares vistos en el trailer se corresponden con las secuencias principales de la película y, una vez incorporados a la narración, resultan algo repetitivos. La situación siempre es la misma, con John Hancock causando daños colaterales en cada una de sus acciones de salvamento, al acudir a ellas en un claro estado de embriaguez. Son desastres recreados por el departamento de efectos especiales como en el cine de catástrofes.