Raimundo Fitero
Fin de época
Los Serrano» se han despedido definitivamente de la parrilla. Se cierra una etapa, casi diría que una época. Ocho temporadas en primera línea desgastan a cualquiera, y esta serie familiar ha mantenido el tipo, pero mirando el gráfico de sus resultados de audiencia es claro y evidente que su descenso es constante desde hace cinco temporadas y que la decisión de darle el adiós definitivo es una buena idea, una opción adecuada para que el deterioro no sea mayor. Circulan rumores de que este cierre de la taberna de Los Serrano, tiene algo que ver con la guerra entre productoras y cadenas, y Globomedia, no estaba muy satisfecha por la promoción, ubicación y trato recibido en esta última temporada por Tele 5. Asuntos internos.
Lo cierto es que en su último capítulo ha recibido el apoyo incondicional de la cadena, con inclusión hasta de un personaje de otra serie, «El Comisario», recuperación de los primeros valores de la misma Fran Perea y Belén Rueda, una trama delirante, y una soberbia mezcla de drama, humor, melancolía como si quisieran decir adiós recordando sus mejores momentos. Y la verdad es que ha tenido muy buenos momentos, unas tramas sencillas, pero que acaparaban la atención de un amplio espectro de audiencias, desde los amores juveniles, al trío de humoristas formado por los dos hermanos y Fiti, es decir que ha sido un producto televisivo de primer orden, que le ha dado muchas glorias a la cadena y que lo ha utilizado en varias ocasiones como cortafuegos para el despegue de series de al competencia.
Pero parece lógico que todo se agote, que exista una especie de cansancio, que las tramas no encuentren la misma fluidez. En estos años ha variado mucho el panorama televisivo. Han sido muchas las series nacidas y muertas, las que se mantiene de aquella época son las menos, y la fragmentación cada vez más evidente de las audiencias provoca que la inversión deba ser menor, y esta serie tenía muchas cabeceras de cartel, reparto amplísimo, por lo tanto era cara. Incluso yo diría, que uno de los signos más claros de agotamiento estaba reflejado en su propia estética. Se notaba que era de otros tiempos Está acabando una época.