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AMÉRICA LATINA EN MOVIMIENTO | Gustavo Duch Guillot

El campo campesino

La negativa del senado argentino al aumento de los impuestos sobre la soja, aparece en la prensa como una victoria del campo. ¿De qué campo hablan? No se confundan, no hablan de las familias campesinas que tienen sus pequeñas parcelas para autoconsumo y venta local, hablan de terratenientes, de oligarquía y de grandes corporaciones: el campo industrializado, el campo sin campesinado, el campo de los negocios, el campo de la soja.

El modelo de producción de soja en Argentina es la réplica de modelos coloniales de monocultivos que responde -hoy- a las necesidades de China y Europa mientras necesitemos pienso para el ganado y agrocombustibles para los coches. Veterinarios Sin Fronteras viene divulgando su preocupación de las consecuencias de este modelo sojero, que como explica el Grupo de Reflexión Rural «está poniendo en gravísimo riesgo los suelos de la Argentina. En las tierras más frágiles, como en las provincias de Salta, Chaco y Santiago del Estero, este modelo ha provocado gigantescos colapsos ambientales, siendo el deterioro del suelo, tanto como la devastación del monte y del bosque, la causa de sucesivas inundaciones y sequías, acompañado con la expulsión de poblaciones del campo, que han formado barrios de indigencia en torno a las ciudades capitales de esas provincias. (...)

El campo campesino argentino no está victorioso, no ha ganado ninguna batalla. Su preocupación no es la carga impositiva sobre los sojeros, su necesidad es cambiar el modelo agrario diseñado en Argentina. El campo campesino exige «en carácter de urgente y ante la crisis mundial, tanto energética como alimentaria, declarar, confirmar y garantizar, que el Estado Argentino en sus diferentes niveles: nacionales, provinciales y municipales, privilegie la producción de alimentos, antes que cualquier otro emprendimiento por rentable que este sea».

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