Fede de los Ríos
Ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi Señor
La frase es atribuida al mercenario Bertrand du Guesclin, combatiente a las órdenes de Enrique de Trastámara. Cuando éste, en directa pelea con su hermano Pedro I por la sucesión al trono, iba perdiendo, Bertrand agarró la pierna de Pedro I, lo que aprovechó el de Trastámara para asestarle una cuchillada mortal, consiguiendo así, el fratricida, su entronización. Un nuevo Pilatos de la Historia.
La lavada de manos de hoy corre a cargo del alcalde de Zizur Mayor. Después de disolver el grupo municipal de ANV y quitarle el despacho (eso sí, a la concejala le ha dado un plazo de cinco días para abandonarlo, lo valiente no quita lo cortés) ha manifestado que «el alcalde lo único que hace es cumplir los fallos que le obligan a ello. Ni quita ni pone, ni se inventa nada». Obediencia debida, la genuflexión del sumiso.
Lo curioso es que el alcalde zizurtarra lo es por Na-bai, los del aire nuevo y la poliétika. Y no pertenece a la derecha vasca, -PNV o EA-, no; ni a los guayondos navarrensis, que diría un amigo, de Batzarre. Pedro Jesús Huarte es de Aralar, una organización que se reivindica abertzale y de izquierdas. Imagino la frustración resultante de la disipación del espejismo gobierno PSN/Na-bai, pero ello no justifica los derroteros tomados.
Olvidan Pedro Jesús y su organización que la pragmática de «si no puedes con él, únete a él» te hace ser él. Con txapela, sí, pero Él. Si oficias de amanuense escribes al dictado, es decir, actúas de mamporrero. Si el Poder dicta leyes injustas y tú las ejecutas, entonces sí pones y sí quitas. Pones fuera de la ley y quitas despacho a una compañera abertzale y de izquierdas. Y eso, compañero, por más que te laves, no es poliestétiko.
Seguir la estrategia de Batzarre propiciatoria de un acercamiento al PSN, para lo cual ANV debe ser el enemigo, además de ruin, resulta baladí. Roma no paga traidores. El pago siempre se efectúa, a posteriori, cuando no son necesarios.
Uno es lo que hace porque el decir no cuesta esfuerzo y la unión entre decires y haceres caracteriza a los revolucionarios. El farfulleo y el posibilismo, propio de arribistas y necios, nunca transformó cosa alguna. Aunque la cumbre sea difícil y lejana, mejor desacelerar la cuesta abajo, acampar, avituallarse, desprenderse de lo innecesario y ascender de nuevo.
Es más digno y menos feo.