Una avalancha en la parte alta del K-2 (8.611 metros) se cobró el viernes por la noche (tarde en Euskal Herria) la vida de once alpinistas -tres coreanos, dos pakistaníes, dos nepalíes, un serbio, un holandés y un noruego-, mientras que otros seis -cuya identidad no se conocía al cierre de esta edición, aunque no hay vascos entre ellos- siguen desaparecidos.

También hay un número indeterminado de heridos que habría conseguido perder altitud y esperan ser rescatados. Así, una expedición italiana está intentando a través de su embajada que un helicoptero pueda evacuar el campo 1. Entre los afectados se encuentra su compatriota Marco Confortola, quien tiene un brazo congelado.

El accidente se produjo, al parecer, en la zona denominada «cuello de botella», un encajonamiento de gran pendiente que es la llave a la cima de la segunda montaña más alta del mundo. Se desconoce si se debió a un alud de nieve o al desprendimiento de un serac de hielo. Pocas horas antes había pasado por ese mismo punto, tras haber hollado la cima, el alavés Alberto Zerain, que arribó ileso al campo base.

«No sabemos el resultado»

El alpinista vasco narraba así lo sucedido a la Cadena Ser de Gasteiz: «Todos los problemas que presentaba la ruta los he abierto yo. El cuello de botella y luego la huella hasta la cumbre. He llegado a las tres de la tarde a la cumbre y me he bajado hasta el campo 3, porque el ataque era del campo 3 a cumbre. Yo no he sabido hasta esta mañana (ayer) que toda la gente que subía después de mí... ha habido un drama del cual no sabemos a ciencia cierta cuál es el resultado».

Junto a Zerain formaban parte de la expedición el portugalujo Aitor Las Hayas y el cántabro residente en Gasteiz, Juan Carlos González. Las Hayas había intentado el viernes sin éxito alcanzar la cima del vecino Broad Peak y se encontró con la noticia de regreso al campo base.

El vizcaino explicaba así los acontecimientos: «Estábamos acojonados, porque cuando hemos bajado nos han dicho que había habido un accidente en el K2, arriba, y había un muerto y unos cuantos desaparecidos. He bajado a todo correr del Broak Peak, he ido al campo base nuestro, me he puesto unas playeras y he salido corriendo».

«El campo base es un funeral»

«He preguntado si alguien sabía dónde estaba él [por Zerain], y en el campo 4 no estaba, en el campo 3 tampoco, en el campo 2 tampoco, entre los campos tampoco... En la cima no estaba. Estaba ya acojonado. Y al final, a las dos, ha aparecido por aquí. No se había enterado de nada el tío éste, ha subido y ha bajado. El tema es que a las ocho de la tarde hizo cima mucha gente. Y al bajar hubo un alud y se ha llevado la ruta (...) El campo base es ya un funeral, porque hay mucha gente involucrada, muchas expediciones. Está todo el mundo muy nervioso. Las noticias se contradicen...», narraba.

Los expedicionarios mandaron una crónica cuando ya oscurecía, en la que confirmaban que, de los que llegaron a la cima, Zerain es el único que ha regresado al campo base .