La Venexiana canta hoy Monteverdi en la Quincena
El conjunto vocal La Venexiana actuará esta tarde, a las 18.00 horas, dentro del Ciclo de Música Antigua de la Quincena Musical, llenando las naves del convento de Santa Teresa con unas músicas en las que son grandes especialistas, los madrigales de Monteverdi.
Mikel CHAMIZO | DONOSTIA
Los profesionales de la música clásica, aunque se dediquen a una de las artes más excelsas, están inmersos, más que los de cualquier otra disciplina, en un semillero de relaciones, amoríos, enfados y rencillas que muy a menudo explican la infinidad de cosas inexplicables que ocurren en el circuito clásico. El cotilleo suele revelar las claves de por qué unos compositores estrenan más que otros, por qué ciertos solistas son invitados por determinadas orquestas e, incluso, ayuda a entender el origen de algunos grupos, como La Venexiana, que actúa esta tarde en el Ciclo de Música Antigua de la Quincena Musical.
Y es que, para hablar de La Venexiana, hay que hablar antes de Concierto Italiano, un conjunto vocal dirigido por Rinaldo Alessandrini, que, hace aproximadamente quince años, grabó una serie de discos de madrigales ya legendarios, de una perfección y belleza inigualadas hasta aquel momento.
La prensa especializada se volvió loca con la calidad del conjunto, los aficionados a la música antigua esperaban como agua de mayo cada nuevo disco que publicaban en el extinto sello Opus 111 y Rinaldo Alessandrini se hizo con el aura de ser uno de los mejores directores vocales de todos los tiempos.
Pero, de una manera tan súbita como inesperada, Concerto Italiano dejó prácticamente de grabar madrigales, los pocos discos que llegaron después bajaron mucho la calidad y Alessandrini empezó a centrarse cada vez más en la música instru- mental.
El director siempre fue muy discreto al respecto, defendiendo que, sencillamente, se trataba del final de una etapa, pero los rumores decían que dentro del conjunto vocal había montado un cirio tremendo desde hacía tiempo, por razones de índole humana, amorosa y sexual.
Fueran los rumores verídicos o no, Claudio Cavina y Rosana Bertini, dos de los cantantes de Concerto, formaron en el 98 La Venexiana, conjunto de características muy similares, llevándose consigo a la mayoría de los cantantes del grupo de Alessandrini. Desde entonces, La Venexiana, que en esencia sigue siendo aquel maravilloso Concerto Italiano, se ha convertido en el nuevo paradigma en la interpretación vocal de música renacentista italiana, y Claudio Cavina en el director más respetado del terreno, ocupando el puesto que ocupó Alessandrini.
Claudio Cavina y Rosana Bertini formaron en 1998 La Venexiana, con la mayoría de los cantantes de Concerto Italiano. Hoy son el paradigma de la intertretación vocal de música renacentista.
Conjunto: La Venexiana.
Obras: Monteverdi.
Día: Hoy, 7 de agosto.
Lugar: Convento de Santa Teresa, Donostia.
Hora: 18.00.
Ara Malikian había anunciado unas «Cuatro Estaciones» de Vivaldi muy gamberras, y, definitivamente, lo fueron. Cada uno de los cuatro conciertos para violín que componen el ciclo se convirtió el martes en un pequeño cuento, siguiendo las indicaciones que Vivaldi dejó escritas en la partitura, y, así, mientras una narradora nos decía qué ocurría en cada momento, los cinco músicos teatralizaban el acto de hacer música para que los chavales descubrieran cómo la música puede, a veces, hablar sin palabras. Cuando el calor agobia en «El verano», tocaron las lánguidas notas de la partitura con desgana y apatía, espanzurrados en sus sillas; cuando en «El otoño» los cazadores salen al campo, empuñaron sus instrumentos como si se tratase de escopetas, y, así, una larga serie de tonterías la mar de divertidas. Pero el verdadero shock del espectáculo fue, sin duda, Malikian, magnífico bufón. ¿Es posible tocar el violín corriendo, saltando, tirándose al suelo o imitando a un borracho? Sí, es posible, y encima Malikian lo hace sin fallar una nota. Bueno, alguna que otra, pero para el caso no importa demasiado, porque lo importante es lo que se rieron los chavales que poblaban el Victoria Eugenia, absolutamente metidos en el ajo, dando patadas en el suelo, gritando para despertar al borracho de su siesta o asustándose un poquito cuando Malikian se bajaba a tocar entre el público. Pero si los pequeños se lo pasaron de lo lindo, y los mayores nos reímos un montón, será porque el espectáculo fue iconoclasta y gamberro, sí, pero también bueno.