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Al cantante desconocido

«Dewey Cox: Una vida larga y dura»

 

Una vez más, el DVD nos permite disfrutar de una película que no se ha estrenado en salas comerciales, cuando contiene alicientes más que sobrados para contar con una distribución preferente. En primer lugar está la actuación de John C. Reilly, que ha demostrado su sobrada capacidad para el musical en películas como «Chicago» o «El último show», y que en su papel de Dewey Cox debe dominar todos los registros de un cantante del siglo pasado, pues reúne en uno solo a distintas figuras míticas, desde Elvis a los Beatles, pasando por Bob Dylan. Es así, porque se supone que es un artista que empezó con el nacimiento del rok and roll, luego tuvo su obligada etapa de cantautor y, finalmente, viajó a la India y accedió al conocimiento místico a través del consumo de LSD. Toda una serie de tópicos dispuestos en forma paródica, ya que Jake Kasdan, hijo de Lawrence Kasdan, ha querido dejar en evidencia con una falsa biografía películas del estilo de «En la cuerda floja» o «Ray», donde se narran los claroscuros existenciales de Johnny Cash y Ray Charles, respectivamente, por citar dos ejemplos al azar. Aunque Dew Cox sea un cantante inventado a imagen y semejanza de otros muchos, pero que en realidad nunca existió, vive las circunstancias de la evolución musical tal como sucedió. Por ello se codea con los artistas famosos, algunos que ya no están y otros que todavía viven. Una convivencia que permite la aparición de personajes en activo, con cameos reconocibles de Jackson Browne, Lyle Lovett, Jewel o Eddie Vedder. A los que no han querido aparecer, como McCartney y Ringo Starr, los caricaturizan Jack Black y Jason Schwartzman. Y de los muertos se encargan Jack White (Elvis), Paul Rudd (John Lennon) y Justin Long (George Harrison). ¿Quién es el productor que ha conseguido juntar a tanta gente por simple diversión? El omnipresente Judd Apatow, por supuesto.

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