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El Clarion Cycling club de Gasgow vuelve a Gernika 70 años después

El club Clarion de Glasgow ha rememorado estos días el viaje en bicicleta realizado por dos de sus socios, Ted Ward y Geoff Jackson, en mayo de 1938 para recaudar fondos para víctimas de la guerra. Lo hicieron movidos por la masacre de Gernika, adonde el Clarion volvió ayer.

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Las raíces de esta historia se hunden hasta 1936. En verano de aquel año estaba prevista la celebración de los Juegos Olímpicos de los Trabajadores en Barcelona, una iniciativa deportiva para luchar contra el fascismo. Jack Taylor, uno de los integrantes del club ciclista Clarion de Glasgow, fue elegido para liderar un equipo de cinco personas. Desgraciadamente, los juegos nunca tuvieron lugar, ya que las tropas de Francisco Franco iniciaron su golpe de Estado justo el día en que estos ciclistas llegaron a Barcelona. Entonces, regresaron a Escocia, donde formaron parte de los Comités de Solidaridad con la III República.

En 1937, impactados por el bombardeo de Gernika, los ciclistas del Clarion decidieron hacer algo más. Uno de los artífices fue Jeffrey Jackson, quien al regresar a Glasgow ya había comenzado a elaborar la idea de hacer un viaje para ayudar a las víctimas de la guerra. Para ello se pusieron en contacto con ayuntamientos, asociaciones o sindicatos en cada pueblo y ciudad de Escocia o Inglaterra por donde tenían previsto pasar.

Así fue como en 1938 el propio Jackson y Ted Ward, ambos miembros de la sección Kinning Park Glasgow del Clarion Club, iniciaron su trayecto, esperando recolectar unas setenta libras para la causa. Lograrían 300 libras de aquellos tiempos, una buena cantidad que se empleó para comprar productos para las mujeres y niños desvalidos por la guerra.

Setenta años después, los actuales miembros del club escocés homenajearon ayer en Gernika a los protagonistas de aquella gesta de solidaridad deportiva. Los ciclistas llegaron a Santurtzi a las 8.00 en ferry y desde allí pedalearon hasta Gernika, donde fueron recibidos en el Ayuntamiento de la localidad y entregaron un mensaje de solidaridad del alcalde de Glasgow. Antes habían cruzado Escocia e Inglaterra, desde su ciudad hasta Southampton, como hicieron también los solidarios de 1938. Y hoy pondrán rumbo a Barcelona, donde esperan llegar el día 16. Está previsto incluso un homenaje en el castillo de Montjuic.

Maite Paul de Otxotorena lleva muchos años viviendo en la isla en que se gestó esta iniciativa solidaria y ha participado en la organización de esta celebración. Explicó a GARA numerosas anécdotas de aquel viaje de 1938 y de los lazos que se crearon entre familias obreras británicas y vascas. «El pueblo galés había recibido a miles de niños vascos que aún siguen viviendo en ciudades inglesas como Carleon o Newport. Aquí, por ejemplo, existe la asociación de niños del 37 y en esta ciudad también reside el nieto del capitán del barco La Habana, que zarpó desde Bilbaó a Southampton, de nombre Luis. En este mismo barco también viajaron 4.000 niños y niñas más en un viaje que pretendía ser solo para tres meses, pero al final resultó ser para toda la vida».

También en Gales

El Clarion de Glasgow es un club relacionado con los movimientos obreros. No fue el único solidario con las víctimas de los bombardeos franquistas. También los mineros galeses hicieron lo suyo, explica Maite de Paul. «Con una iniciativa que rezaba one penny a day (un penique al día), ayudaban a aquellos niños; todo su esfuerzo iba destinado a que pudieran sobrevivir».

Uno de los personajes carismáticos del Clarion fue Roy Watts. Trabajaba como vendedor de muebles, primero en Portsmouth y luego en Leicester. Como miembro del Partido Comunista y del Sindicato de Dependientes, daba discursos. Murió tras ser herido el 25 de septiembre del 1938, por un avión franquista en la batalla del Ebro. Sólo tenía 23 años. «Me siento feliz y orgulloso poniéndome al servicio de los trabajadores españoles en su lucha heróica contra las bestialidades del fascismo», escribió antes de morir.

70 años después, quienes han recogido el testigo de aquella pequeña epopeya solidaria recibieron el agradecimiento de los vecinos de Gernika. Al llegar explicaron que en las primeras etapas debieron enfrentarse a la lluvia y el mal tiempo, «pero el calor humano y el cariño que estamos recibiendo aquí hacen que se note mucho menos. La experiencia está siendo increíble».

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