El polvorín del Cáucaso
Rusia arrebata a Georgia el control de la capital de Osetia
Georgia admitió ayer su derrota militar ante Rusia al abandonar Tskhinvali, que tras los combates de los últimos días quedó prácticamente destruida, declarar un alto el fuego unilateral e instar al inicio inmediato de una negociación. Moscú, sin embargo, negó el cese de las operaciones militares georgianas y exigió la retirada total de sus tropas para entablar un diálogo. Tbilissi, que pidió la intervención de la OTAN, aseguró que Rusia quiere la desaparición de Georgia.
GARA | TSKHINVALI
Georgia replegó ayer sus tropas de la capital de Osetia del Sur, Tskhinvali, cuyo control pasó a manos rusas, anunció un alto el fuego unilateral y propuso a Rusia el inicio urgente de negociaciones de paz, para las que Moscú puso, entre otras condicio- nes, la retirada total de la tropas georgianas de territorio oseto.
«Georgia está dispuesta a iniciar de inmediato negociaciones con la Federación de Rusia sobre el alto el fuego y el fin de las operaciones militares», según la nota enviada por el Ministerio de Asuntos Exteriores georgiano a la embajada rusa en Tbilissi. La parte georgiana señaló que había creado un pasillo de seguridad para la retirada de la población y los heridos en la zona de combates y que había replegado de allí sus tropas.
El Ministerio ruso de Asuntos Exteriores admitió haber recibido la nota, pero denunció que Georgia no había cesado las operaciones militares en Osetia del Sur, tal y como afirmó, y que sus tropas continuaban disparando, incluso con armas pesadas. Por eso, condicionó el cese de las hostilidades a la retirada de las tropas georgianas a las posiciones iniciales y a la renuncia de Tbilissi al empleo de la fuerza contra los irredentos territorios prorrusos.
«Las condiciones que ha marcado el presidente (Dmitri Medvedev) son la retirada de las tropas georgianas (...) y el compro- miso escrito de Georgia de no emplear la fuerza en Osetia del Sur», declaró su ministro de Exteriores, Gueorgui Karasin.
Medvedev expuso estas condiciones en una conversación con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, uno de los mandatarios occidentales que trata de mediar en el conflicto armado.
Karasin precisó que Georgia debe replegar sus tropas a la «línea de separación refrendada en 1992 en los acuerdos de Dagomis», en los que Moscú y Tbilissi sentaron los principios de solución del anterior enfrentamiento bélico entre Georgia y Osetia del Sur.
Además, Tbilissi tiene que firmar, según Rusia, un acuerdo vinculante de renuncia al empleo de la fuerza en Osetia del Sur y Abjasia, el otro territorio independiente de facto de Georgia, en el que ayer se decretó el «estado de guerra» y en cuya frontera común han sido desplegados soldados abjasos (1.000) y georgianos (4.000).
En el primer contacto directo entre ambos gobiernos, el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, reiteró esas exigencias a su colega georgiana, Eka Tkelshvili. Mientras, en Tbilissi, Alexandr Lomaya, secretario del Consejo Nacional de Seguridad (CNS), denunció el «incremento de la agresión por parte de Rusia». Explicó que durante la noche del sábado «Rusia trasladó (a Osetia del Sur) decenas de carros de combate, artillería y hasta cohetes tácticos, además de gran cantidad de infantería» y que desplazó 6.000 efectivos a Osetia del Sur y 4.000 a Abjasia.
Moscú insistió en que envió sus tropas a territorio oseto en una operación de «imposición de la paz» y para defender a las fuerzas de paz rusas desplegadas en Osetia del Sur, cuyos habitantes tienen ciudadanía rusa.
Karasin dijo que las consecuencias de la ofensiva del Ejército georgiano en Osetia del Sur son «catastróficas», al haber causado más de 2.000 muertos, la mayoría de ellos ciudadanos rusos (es decir, surosetos) y 30.000 refugiados (de 10.000 a 20.000, según el ACNUR) de una población de 50.000 personas. Por parte georgiana, el número de muertos asciende a 92, 40 de ellos civiles.
«Rusia lucha para que en Osetia del Sur y Abjasia la gente pueda vivir en paz, sin temer bombardeos nocturnos» y para «garantizar la tranquilidad al sur de las fronteras rusas», dijo.
Durante todo el día y pese a las críticas internacionales, continuaron los bombardeos rusos en todo el territorio de Georgia, incluida su capital, Tbilissi, donde fue atacada una pista de despegue de una fábrica militar de aviones, así como otra del aeropuerto internacional de Tbilissi. Las bombas también cayeron sobre el puerto de Poti y localidades del distrito de Zugdidi, fronterizo con Abjasia.
El general Anatoli Nagovitsin, subjefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, admitió los bombardeos fuera de Osetia del Sur, pero aseguró que la aviación sólo atacó instalaciones e infraestructuras militares del segundo escalón de tropas, y no localidades civiles.
Tbilissi, por su parte, denunció que la aviación rusa se sumó también a los ataques que las tropas abjasas, aprovechando la situación, lanzaron para conquistar el valle y las gargantas de Kodori, una zona habitada por georgianos que ocupa el 15% del territorio abjaso y que fue recuperada por Georgia en 2006. Las autoridades abjasas anunciaron que no se detendrán ante la frontera de Georgia y que «impondrán el orden» en las zonas bajo responsabilidad de las tropas de paz, tanto en territorio abjaso como georgiano, que ayer por la mañana fueron bombardeadas.
En la otra frontera común, a lo largo del río Inguri, las unidades abjasas entraron en la zona de seguridad, controlada por «cascos azules» rusos, y amenazaron con cruzar la frontera e «imponer el orden» en el distrito georgiano de Zugdidi.
Ayer mismo se incorporó a las operaciones contra Georgia la flota rusa del Mar Negro, que cerró el paso hacia la costa abjasa a varios buques georgianos y amenazó con imponer el bloqueo naval. Fuentes militares rusas aseguraron que el bloqueo no impediría la llegada de petróleo a Georgia y que su objetivo era impedir el ingreso de armas. Ucrania, en cuyo puerto de Sebastopol tiene su base esta flota rusa, advirtió a Moscú de que todo buque que tome parte en el conflicto tendrá prohibido el regreso a la base.
A última hora de ayer, el mando ruso informó de que unidades navales rusas había hundido una lancha georgiana pro- vista de misiles que, según señaló, intentó atacar a un grupo de sus buques.
En declaraciones a distintos medios de comunicación, el presidente georgiano, Mijail Saakhasvili, afirmó que Georgia es la única víctima y que el objetivo de la «invasión» rusa es borrar del mapa a su país, por lo que pidió la intervención diplomática de EEUU, así como la actuación de la OTAN, a la que aspira incorporarse, para «detener esa brutal e inaceptable matanza sin sentido de inocentes». Sostuvo que la «integridad territorial de Georgia debe respetarse» y que el mundo debe condenar, por unanimidad, a Rusia.
Moscú, por su parte, rechazó que su intención sea invadir a su vecina Georgia e insistió en que «buscamos forzar a sus dirigentes a la paz».
Tbilissi era ayer un mar banderas georgianas, denuncias de la «invasión» rusa y peticiones del cese de la guerra, a través de pancartas escritas exclusivamente en inglés.
Los extranjeros empezaron a ser evacuados y también se produjeron las primeras suspensiones de vuelos, mientras se multiplicaban los llamamientos al cese de los combates por parte de los líderes occidentales.
El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió por cuarta vez para intentar consensuar una resolución, lo que no parecía probable pese a que EEUU cambió el término «condena», referido a la actuación rusa, por el verbo «deplorar».
Las tropas georgianas abandonaron Tskhinvali después de los intensos combates que mantuvieron con los soldados rusos durante la noche del sábado al domingo, en los que la aviación rusa, según las autoridades de Georgia, acabó de destruir completamente la capital suroseta, «allanándola a ras de tierra». El mando de las fuerzas separatistas surosetas reconoció la «destrucción casi total de Tskhinvali», de la que culpó a la artillería georgiana.
En los enfrentamientos en Osetia del Sur participan fuerzas del 58 Ejército ruso, destacado en el Cáucaso Norte y entrenado para combatir en zonas montañosas, así como la flor de los paracaidistas rusos: la División 76, los regimientos Pskov, Ivanovo y de la región de Moscú, reforzados con blindados y artillería. Tropas que, según un teniente georgiano herido en la madrugada del domingo en la capital suroseta, «han repetido su táctica de Grozni (capital de Chechenia): si no pueden tomar la ciudad, la destruyen».
Mientras tanto, los habitantes de la ciudad que por una u otra razón no utilizaron los corredores habilitados para el paso de refugiados y heridos, se resguardaron en sótanos y bodegas. Según las autoridades de Osetia del Sur, en la capital escasean los productos alimentarios de primera necesidad y tampoco hay gas ni electricidad.
EEUU advirtió a Moscú de que este conflicto bélico podría tener un impacto importante en sus relaciones. Acusó a Rusia de querer derrocar a Saakhasvili, lo que fue negado por el ministro Lavrov, a quien se atribuyó haber manifestado esa intención.
En declaraciones a un medio de comunicación, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, señaló que este conflicto representa una «escalada» de violencia a las «puertas de Europa» que «recuerda demasiado» a los que devastaron los Balcanes.
Dmitri Medvedev y Vladimir Putin calificaron de «genocidio» las acciones de los militares georgianos en Osetia del Sur, mientras los disidentes más famosos del país pedían una condena internacional de la «agresión» de Rusia contra Georgia.
Dos periodistas murieron ayer y otros dos resultaron heridos tras ser tiroteado el vehículo en el que viajaban por las tropas surosetas. Los fallecidos son un fotógrafo de la agencia rusa Itas-Tassa y un redactoR de la edición rusa de la revista «Newsweek».