Raimundo Fitero
Evo y los deportes
No hay ningún mandatario mundial que luzca más y mejor como hombre de clase media que el presidente boliviano Evo Morales. Desde su famosa chomba, hasta vestido de jugador de fútbol y ahora con sus playeras, pantalón corto, sudadera jugando a frontenis, esa versión adulterada de utilizar las paredes de piedra como refractarias de pelotas de goma vacía. Sus camisas blancas bordadas, su actitud de dignidad indígena, una altivez proveniente de una seguridad trascendente, no una impostación. Acaba de volver a ganar credibilidad, a reafirmar su destino democrático, pero los intereses de la alta burguesía, del capital internacional, no se cansan de intentar desestabilizar al país, de carcomer todas las decisiones tomadas por su mayoría parlamentaria, un desgaste constante con la intención de acabar con esta esperanza cobriza, de este hombre esbelto, patriarca, digno mandatario que no se acompleja por vestir como cualquiera de sus paisanos. Y de practicar deportes populares.
Porque los deportes se popularizan a través de la televisión y con el aliciente de la recompensa, la identificación o la solidaridad. Estos días olímpicos son la gran feria de las vocaciones. Compiten bajo los mismos aros deportes individuales como el tiro con arco, con los colectivos, siendo el fútbol el que reúne a más practicantes en cada bando. Pero siendo once más los reservas, uno acaba recibiendo la condecoración social. Los de competición individual configuran una expresión más voluntariosa, en donde el esfuerzo se visualiza y se le coloca nombre y apellido. La dureza o la facilidad se suplantan en base a figuras complementarias que exceden a todos los modelos.
Una mujer ciclista adujo angustia para abandonar Pekín y resulta que lo que tenía era una buena dosis de Epo, ese milagro farmacéutico que convierte la sangre en torrente de energía renovada. Le habían hecho un análisis y sabía que la pillarían. Se deben dar demasiadas explicaciones en el deporte español. Otra mujer solicita que le coloquen el hombro para seguir compitiendo. Las mujeres, Evo, y los deportes nos pueden dar hasta para una tesina al borde de la piscina.