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El pie, la aristocracia de los sprinters

Su uso es tan natural a raíz de la aparición del «homo erectus» que, a veces, nos olvidamos de la importancia del pie. Su trascendencia como herramienta deportiva se dispara en un arte tan especializado como el sprint, donde una centésima de segundo marca la victoria o la derrota.

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Astolfo CAGNACCI

La fuerza de propulsión sobre la pista pasa obligatoriamente por los pies, donde la importancia crece en función de la progresiva abertura, entre 168 y 172 grados, en el ángulo que forma la rodilla entre el muslo y la pierna. En el momento preciso en el que el pie abandona el suelo, después de un impulso de nueve centésimas de segundo sobre el tartán, el sprinter se mantiene en lo que se denomina «fase de sustentación», explica Carlo Vittori, ex sprinter y ahora entrenador italiano de velocidad.

Vittori, un enamorado del pie, una articulación de la que hablaría durante horas, la define como «la palanca menos desfavorable con respecto al suelo y que está a disposición del cuerpo». De manera más profesional, recuerda que «a medida que la velocidad aumenta, la zona anatómica donde se realiza la toma de apoyo con el suelo se desplaza hacia la punta del pie, la fase de sustentación se alarga y el periodo de apoyo se acorta».

«Usain Bolt tiene un pie privilegiado. El sprint es la aristocracia del atletismo y sólo el que tiene una articulación así puede considerarse un aristócrata. Es lo que marca la diferencia», observa Jacques Piasenta, uno de los grandes técnicos del atletismo francés. «Su pie -el de Bolt- le propulsa muy por encima de la pista, es como tener los mejores neumáticos en Fórmula Uno», añade.

«Si los muslos catapultan al sprinter durante los primeros 30 metros, de ahí la dinámica de los últimos años en favor de una musculación en exceso de dicha parte -matiza-, son los pies los que deben tomar el relevo a partir de ahí para activar la pantorrilla y las fibras musculares ultrarrápidas», concluye este experto. Su planta es la zona más rica del cuerpo en terminaciones nerviosas, sin olvidarnos de que entre huesos, articulaciones, ligamentos y musculos suman más de un centenar de «piezas».

Patrimonio deportivo

Denominador común en numerosas disciplinas deportivas, desde el esquí hasta el ciclismo, pasando por la natación o la gimnasia, el pie ha tomado un valor añadido en el planeta fútbol. No sería casualidad, pues, que a Maradona se le denominara el «Pibe de oro», una expresión en la que se unen de manera etimológica la acepción de «muchacho» y la alusión al magnífico pie izquierdo del que hacía buen uso el argentino. Sin embargo, quizás por ser la extremidad de la parte inferior del cuerpo humano más distante respecto al cerebro, el pie ha venido siendo despreciado por el refranero popular. «Hacer las cosas con los pies», en alusión a emplear un método equivocado para realizar algo, o «tener un pie en la boca», refiriéndose a cuando alguien dice una estupidez, son expresiones que lo demuestran.

 

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