Victoria Mendoza Psicoterapeuta
Técnicas para resolver problemas
Espero que mi consejo valga incluso a nuestros políticos, ya que hay muchos problemas que resolver, y un consejo especial para ellos: que tomen en cuenta la crítica, opinión y propuestas de los que realmente están implicados en el problema
Muchos de nosotros aprovechamos nuestras vacaciones para intentar desconectar de la rutina diaria del trabajo y para reflexionar acerca de cómo reorganizar mejor nuestras vidas, de cómo solucionar problemas pendientes y de qué forma podemos reconducir nuestras vidas de una manera más inteligente.
Sería bueno que también nuestros políticos hicieran ese tipo de reflexiones acerca de cómo solucionar los problemas sociales, económicos y políticos que han provocado debido a las malas gestiones y a los numerosos errores cometidos.
Recomiendo una técnica muy buena a la hora de atender un problema. Primero, la «toma de conciencia», ser conscientes de cuál es el verdadero problema; después te preocupas del problema no sólo racionalmente sino emocionalmente, esto te produce ansiedad, miedo, angustia, desesperación, etcétera; después lo analizas fríamente, a cierta distancia, lo diseccionas, intentas ver su magnitud, el origen, las causas, la raíz, las consecuencias. En esta parte es importante ser consciente de hasta dónde eres responsable de que el problema se agrave, se haga crónico, se intensifique, es decir, cuál es la parte de responsabilidad que te corresponde.
El siguiente paso es intentar imaginar todas las posibles soluciones del problema, aunque resulten ser soluciones locas, atrevidas o descabelladas; con cada posible solución, imaginar además cómo o en qué quedaría el problema, qué es lo que has eliminado, qué es lo que realmente has podido resolver, y empiezas a descartar la solución más imposible, la menos realista hasta quedarte con la más posible y real, tomando en cuenta que toda decisión de posible solución implica pérdidas, por tanto habrá que valorar lo que nos cueste menos perder, lo que seamos capaces de resistir o sustituir en cuanto a pérdida, y lo que realmente sea práctico para detener, aminorar o solucionar el problema. Cuando descartamos y nos quedamos con la solución que consideramos más cuerda, más realista, más inteligente o más práctica, el paso que sigue es la «toma de decisión», decidir la solución, el cómo y cuándo, los pasos que vamos a dar.
Por último pasamos a la acción. Es decir, primero ubicamos el problema, después lo analizamos, luego buscamos y proponemos soluciones considerando todos los pro y los contra, después decidimos la forma en que vamos a solucionarlo y finalmente pasamos a la acción, no quedarnos en la idea, el propósito o en las buenas intenciones. Comparto un secreto: la clave para que esta técnica funcione es que te preocupes del problema diez minutos, que lo analices otros diez y que te «ocupes» del él el tiempo que haga falta. Es decir, no te quedes en la preocupación y en la lamentación más que unos 20 minutos, el resto del tiempo debemos ocuparnos del problema.
Espero que mi consejo valga incluso a nuestros políticos, ya que hay muchos problemas que resolver, y un consejo especial para ellos: que tomen en cuenta la crítica, opinión y propuestas de los que realmente están implicados en el problema.