Apesar de que las hostilidades perduran en diferentes puntos de Georgia, todo el mundo admite que la victoria, tanto en el campo militar como especialmente en el político, ha caído del lado de Rusia. Vladimir Putin y Dimitri Medvedev consiguen así no sólo «poner una pica» en Osetia del Sur, sino sobretodo inclinar la balanza geopolítica mundial hacia su lado. A partir de este momento la parte contraria, EEUU y los países de la OTAN, intentará minimizar los daños. La visita de Nicolas Sarkozy a Moscú puede ser un primer paso. Pero, a su vez, deberán reflexionar por las causas que les han llevado a esta derrota estratégica.

Es evidente que el primer error de cálculo lo tuvo el presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, que creyó que podría forzar por la vía de los hechos una intervención de la Armada de los Estados Unidos. Pensó que la Administración Bush, que ha financiado y entrenado al Ejército georgiano, acudiría en socorro de su más fiel aliado en el Cáucaso. Hasta ahí el primer error. Pero existe un error previo que concierne a quienes consideraron que apoyar a un político arrivista y corrupto y situarlo como el mirlo blanco de Occidente frente a la «dictablanda» rusa era una buena idea.

De cara a minimizar los daños, los máximos representantes de las antiguas repúblicas soviéticas de Estonia, Letonia, Lituania y Ucrania, junto a Polonia -todas ellas alineadas incondicionalmente con EEUU-, realizaban ayer una visita sin precedentes al Cáucaso. Los anuncios de Polonia y la República Checa sobre avances en las negociaciones para establecer en sus territorios el escudo antimisiles van en la misma dirección. En todo caso, es de suponer que los norteamericanos no volverán a cometer el mismo error; a saber, no tratar a Rusia como lo que es, una potencia que además ahora juega al mismo juego que ellos: una democracia formal basada en el denominado Estado de Derecho, apoyada en un capitalismo salvaje, junto con una dosis increíble de hegemonismo y un rearme total.