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NATACIÓN | Cuarta jornada

Phelps iguala a las leyendas

Suma los nueve oros que ya poseían Nurmi, Lewis, Latynina y Spitz y hoy mismo puede convertirse en el deportista más laureado en la historia de los Juegos Olímpicos. El de Baltimore atrapa su tercer oro, también su tercer récord del mundo y prosigue el espectáculo.

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Miren SÁENZ | DONOSTIA

Michael Phelps ya ha igualado a las leyendas. Con 23 años ha alcanzado la cifra mágica de nueve oros, el tope que comparten los cuatro deportistas más laureados de la historia olímpica: los atletas Paavo Nurmi y Carl Lewis, la gimnasta Larisa Latynina y el nadador Mark Spitz. Al chico de Baltimore le ha costado exactamente dos Juegos Olímpicos y estos acaban de empezar. En Atenas se colgó seis oros y en Beijing ya lleva tres.

Hoy mismo puede superar ese resultado para hacerse con la exclusiva. A partir de ese momento el pondrá los límites, aunque como a estas alturas casi todo el mundo sabe el objetivo son ocho oros en una misma edición, uno más que los obtenidos por su compatriota Mark Spitz en Múnich'72.

Phelps no se da un respiro pero tampoco da tregua. Tercera final, tercer oro y tercer récord. Ayer le tocó el turno a los 200 metros libre en los que se impuso con una facilidad pasmosa. Hacía más de 30 años que el título olímpico en esta disciplina se les escapaba a los yankis. Con Phelps en estado de gracia la derrota parece imposible.

Bastante más tranquilo que la víspera, con ese inolvidable relevo a prueba de cardíacos, el multicampeón se merendó los 200 metros en 1:42.96 para conseguir su segunda plusmarca en una distancia en la que Ian Thorpe, el gran nadador australiano retirado prematuramente, marcó una época sólo cuestionada por el holandés volador Pieter Van de Hoogeband, que sí se ha dejado ver en el Cubo.

Phelps pescó la marca hace año y medio en Melbourne y ayer le dio un retoque de 90 centésimas. A 1.89 segundos llegó el surcoreano Taehwan Park, una estrella en su país y también en Asia que palidece ante el insultante dominio del estadounidense. «Ha sido genial. Quería nadar solo por delante y lo he conseguido en los primeros 100 metros. Park tiene un buen final así que era importante permanecer concentrado», dijo para luego encaramarse a ese podio en su rutina diaria.

Tras lanzar el ramo de flores a una de sus emocionadas hermanas, un rato de descanso, cambio de modelo -esta vez con el torso descubierto- y a sumergirse para ganar de calle en las semifinales de 200 mariposa. Todo en horario matutino. Disculpado de la tercera cita de su agenda, la clasificatoria para el relevo 4x200 libre, Walters, Berens, Vendt y Keller lo hicieron de maravilla y se clasificaron con el mejor tiempo. Hoy le esperan dos finales, una individual, la de los 200 mariposa y la del relevo en donde formará parte del cuarteto que peleará contra los representantes de Italia, Rusia, Canadá, Japón, Gran Bretaña, Australia y Sudáfrica. Si gana en las dos estará mas cerca de Mark Spitz.

El esfuerzo es enorme pero va por buen camino. Teniendo en cuenta que en Atenas sus dos derrotas premiadas con el bronce fueron precisamente el relevo corto de libre y los 200 libre, se ha quitado -en el 4x100 con abundante ayuda- un par de problemas de encima. También ha vencido en la prueba más exigente de su programa, los 400 estilos. Le queda, sin embargo, más de la mitad del camino por recorrer.

Ayer mismo el holandés Paul Wildeboer, entrenador de sus hijos y de la vasca Ilune Gorbea, aseguraba que Phelps «tiene la ventaja de los grandes nadadores que es que no acumula lactato. Ocho es el índice máximo que ha dado cuando hay deportistas que llegan a 20, y a partir de 14 ya se sufre».

También le descubría otras cualidades al multicampeón: «Su cuerpo. Parece asiático, como el de los japoneses o los chinos, pero es más alto. Tiene una sobreextensión de las piernas que le proporciona una patada más profunda, es un fuera de serie en piernas, lo que le da una mejor posición del cuerpo en el agua que los demás».

Los otros campeones

Los chandals rojos, blancos y azules abundaron en los podios de 100 espalda. Doblete en la prueba masculina y oro y bronce en la femenina, porque tanto Natalie Coughlin como Aaron Peirsol defendieron con éxito sus anteriores títulos olímpicos.

«Cuando he visto el tiempo, pensaba que había cometido un error. Solamente comprendí que había ganado viendo el número 1 clavado a mi nombre. Es un sentimiento muy fuerte, estoy loca de alegría», definió la estadounidense que planea alejarse temporalmente de la piscina para formar una familia.

Tras el esfuerzo le dio por sonreir y llorar y ni siquiera recurriendo a la respiración podía detener las lágrimas. Un día después de que Coventry le arrebatara su plusmarca mundial, Coughlin mandó a la gran nadadora de Zimbabue a la plata.

Peirsol, como en Atenas, remató su actuación con la segunda plusmarca mundial de la jornada. Entonces irrumpió a en las tablas para sustituir a Lenny Krayzelburg y sigue sin bajarse.

Entre tanto estadounidense, la australiana Leisel Jones se impuso en los 100 metros braza con récord olímpico.

A Arantza Ramos le llega el relevo

Arantza Ramos disputa hoy la serie de clasificación del relevo 4x200 metros libre. La vizcaina cumplirá por tanto su segundo sueño olímpico que la primera vez le resultó muy positivo en su debut en Atenas, donde el sexto puesto le deparó un diploma olímpico. Entonces tenía 16 años y también compitió en los 400 metros libre. Cuatro años después, en Beijing, ha acumulado una experiencia internacional de la que carecía entonces pero Ramos se limitará a la carrera en equipo. En la natación las mínimas mandan. Así que esta nadadora, que a los ocho años vestía el gorro del Barakaldo, su localidad natal, intentará aprovechar el momento y disfrutar en el Cubo.

Miren SÁENZ

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