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El polvorín del Cáucaso

El acuerdo de alto el fuego no exige la total retirada rusa de Georgia

El acuerdo de alto el fuego suscrito por Moscú y Tbilissi con la intermediación de Nicolas Sarkozy prevé que Rusia mantenga tropas en territorio georgiano, aunque no en las principales ciudades, como sucede actualmente. Pese a ello, los países occidentales, con EEUU a la cabeza, exigieron a Moscú una retirada total. La situación de la población civil en ciudades como Gori era «desesperada», según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU.

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GARA | TBILISSI

Mientras la situación de los civiles afectados directamente por la guerra en Osetia del Sur y Georgia continuaba empeorando debido a que la ayuda humanitaria seguía sin llegar, el conflicto diplomático se centraba en la continuidad de la presencia militar rusa en Georgia.

Una vez más, EEUU acudió en auxilio de su aliado georgiano. El presidente George Bush realizó declaraciones desde su rancho de Crawford, en Texas, en las que volvió a instar al presidente ruso a que «cumpla su palabra y retire sus tropas de Georgia».

En la misma línea, la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, quien también acudió a Crawford, señaló que «ahora que el presidente [ruso] Medvedev ha firmado el acuerdo de alto el fuego, parto del principio de que las fuerzas rusas comenzarán a retirarse rápidamente». Bush insistió, además, en que Osetia del Sur y Abjasia «forman parte de Georgia, según las fronteras reconocidas internacionalmente».

Horas después de la declaración de Crawford, la agencia France Presse informaba de que según el acuerdo para el alto el fuego suscrito por Rusia y Georgia a instancia de Nicolas Sarkozy en su calidad de presidente de turno de la UE, Moscú tiene autorización para patrullar «varios kilómetros dentro de Georgia», más allá de la frontera con Osetia del Sur. El Elíseo confirmó posteriormente la existencia de este documento.

Esta autorización aparecía en una misiva enviada por Sarkozy al presidente georgiano, Mijail Saakachvili, a la que la agencia francesa tuvo acceso gracias a un dirigente georgiano que preferió permanecer en el anonimato.

Según este documento, las fuerzas rusas «pueden penetrar en una zona de varios kilómetros de profundidad más allá del límite administrativo entre Osetia del Sur y el resto de Georgia, de modo que ningún centro urbano significativo esté incluido -estoy pensando en particular en la ciudad de Gori-». La misiva está firmada por Sarkozy y datada el 14 de agosto.

La presencia militar rusa «tomará la forma de patrullas efectuadas únicamente por las fuerzas de mantenimiento de la paz rusas en los niveles autorizados por los acuerdos existentes, mientras que las otras fuerzas rusas deberán retirarse a las posiciones anteriores a las hostilidades».

Sarkozy añade que serán precisos «acuerdos particulares para definir la libertad de movimiento y de circulación en las ejes viarios y ferroviarios de Georgia».

En cualquier caso, según testigos presenciales, Rusia no estaría cumpliendo este acuerdo, ya que mantiene sus tropas en torno a la ciudad de Gori, que se encuentra aislada del resto de Georgia y de su capital, Tbilissi. Las tropas rusas, además, seguían ocupando ciudades georgianas cercanas a Abjasia, la otra república que ha declarado su independencia de Georgia, como Zugdidi, Senaki y el puerto de Poti, a orillas del mar Negro.

Aunque la carretera entre Tbilissi y Gori estaba abierta a la circulación, tropas rusas patrullaban por ella cerca de Igoyeti.

Asimismo, el Ministerio georgiano del Interior informó de que tropas rusas tomaron posiciones en Kachuri y Ajalgori, al noroeste de Gori.

Ofensiva abjasa

Ya entrada la noche, Tbilissi informó de que «rebeldes abjasos, con el apoyo de fuerzas rusas» ocuparon trece ciudades y una central eléctrica en territorio georgiano pero en las inmediaciones de Abjasia.

El ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov, señaló, por su parte, que las tropas rusas permanecerán en Georgia «el tiempo que haga falta» y que la retirada se producirá en función del despliegue del dispositivo internacional que prevé el acuerdo de alto el fuego suscrito por Moscú y Tbilissi.

Frank-Walter Steinmeier, ministro alemán de Exteriores, también insistió en la necesidad de garantizar «la integridad territorial georgiana» en una entrevista que hoy publica el dominical «Welt am Sonntag».

Sin embargo, el ex canciller alemán Gerhard Schröder puso la nota discordante en otra entrevista en el semanario «Der Spiegel», en la que culpó a Georgia del inicio de las hostilidades en Osetia del Sur y acusó a Occidente de «cometer enormes errores en su política hacia Rusia». Desde que abandonó la política activa, Schröder es asesor de la empresa rusa Gazprom.

El presidente turco, Abdullah Gül, también criticó la posición de EEUU en esta crisis en otra entrevista en «The Guardian», en la que destacó que «no se puede controlar todo el mundo a partir de un solo centro, ya que hay grandes países con un desarrollo económico increíble y hay que alcanzar un nuevo orden mundial multipolar».

 

La CEI, algo más que la sombra de lo que fue la URSS

El actual territorio de la Federación Rusa dista mucho de ser el que ocupaba la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, pero igualmente se ha visto muy recortado sobre el que extendía su dominio la Rusia zarista a principios del siglo XX, etapa en la que se consolidó la «conquista del este» hasta ampliar sus fronteras por Asia Central, el Lejano Oriente o incluso a América del Norte, ya que el territorio de Alaska fue colonizado por los rusos y no pasó a dominio de EEUU hasta 1867.

Repasar el actual mapa político de lo que fue la URSS sin tener en cuenta ese precedente es, por tanto, tergiversar los acontecimientos históricos, ya que hay más de «colonización rusa», o eslava, que de «colonización soviética» en esos nuevos estados configurados a partir de la Perestroika. Como también es cierto que muchos de esos «nuevos países» que tanto cuesta ubicar a la mayoría de los europeos tienen una historia «presoviética» que incluye la formación de estados -como en el caso de Armenia, Georgia o Azerbaiyán- mucho antes de que el mapa político de Europa se pareciera al actual.

No obstante, al hilo de la guerra en el Cáucaso y del apoyo incondicional que han mostrado a Georgia algunas ex repúblicas soviéticas, conviene repasar cómo está constituido el último vestigio territorial de la URSS, la denominada Comunidad de Estados Independientes (CEI).

Esta vaga confederación de estados nació con el objetivo de convertirse en una alianza de cooperación. La idea fue promovida por el entonces presidente ruso, Boris Yeltsin. El 8 de diciembre de 1991 quedó como fecha de su fundación por la Federación Rusa, Ucrania y Bielorrusia. En la capital de esta última república, Minsk, tiene desde entonces su sede oficial. El resto de los territorios de la antigua URSS se fue sumando al acuerdo paulatinamente, hasta que en 1994 sólo quedaron fuera Letonia, Estonia y Lituania.

Georgia -que ya ha anunciado su salida tras el enfrentamiento bélico con Rusia- y Moldavia fueron los estados más reticentes a entrar en la CEI, ya que no consiguieron ver reconocidas todas sus aspiraciones territoriales. Las georgianas se han puesto de manifiesto durante los últimos días, mientras que las moldavas permanecen latentes junto a las puertas de la misma Unión Europea.

La República de Moldavia comparte con Rumanía el mismo idioma y hasta los colores y el diseño de su bandera oficial. No obstante, la comunidad rusa, junto a la ucraniana, ocupa una parte considerable de su territorio y, ante los primeros movimientos políticos hacia la reunificación con Rumanía, en 1990 proclamó la «República Moldava de Transdniéster». La «guerra civil» estalló en 1992 y concluyó con un acuerdo de alto el fuego que ha permitido, hasta el día de hoy, la presencia del Ejército ruso en Transdniéster, ese enclave situado entre la «Moldavia rumana» y Ucrania.

Por otro lado, las fuerzas centrífugas en la CEI son tan claras que muchos analistas dividen a estos estados entre «los antirrusos» (Ucrania, Azerbaiyán, Moldavia y Georgia) y «los prorrusos» (Bielorrusia, Armenia, Kirguizistán, Kazajistán, Tayikistán y Uzbekistán); como «neutral» se suele presentar a Turkmenistán, que deriva, al menos económicamente, hacia su gran vecino del sur, Irán. Txisko FERNÁNDEZ

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