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El polvorín del cáucaso

La «nueva Rusia» saca pecho y se da tiempo antes de un lento repliegue

Fortalecida tras el patinazo -inconsciente o provocado- de Georgia, Rusia ha advertido que aplastará futuros y similares ataques contra sus intereses y advirtió de que no habrá retirada, sino repliegue. Cobra fuerza la idea de que, una vez que haya debilitado el escaso potencial militar georgiano, Moscú instaurará una zona-tapón de seguridad en torno a sus aliados de Osetia del Sur y, si fuera necesario, incluso de Abjasia.

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GARA | GORI

El inquilino del Kremlin, Dimitri Medvedev, advirtió ayer con durísimas palabras que Rusia responderá con contundencia ante ofensivas contra sus intereses geopolíticos como la llevada a cabo por Georgia en el escenario separatista de Osetia del Sur.

«Rusia no permitirá que se asesine impunemente a sus ciudadano», afirmó el presidente ruso durante un encuentro con veteranos de la Segunda Guerra Mundial en la ciudad de Kursk

«El que intente hacerlo recibirá una respuesta aplastante porque tenemos para ello todas las posibilidades económicas, políticas y militares», recordó el sucesor de Vladimir Putin, insistiendo en que «si alguien tenía alguna ilusión sobre esto, tiene que abandonarla».

Medvedev, que la semana pasada cumplió sus primeros cien días como jefe de Estado, aseguró que lo único que exige la «nueva Rusia» es respeto por parte de la comunidad internacional. «No queremos un deterioro de las relaciones internacionales, queremos ser respetados, queremos que nuestro pueblo y nuestros valores sean respetados», añadió. Valores entre los que el delfín del «carnicero de Chechenia» incluyó el «amor a la paz». Así, señaló que «prácticamente no hay ninguna ocasión en la historia del Estado ruso o soviético en que nosotros empezáramos primero acciones militares (...) Nosotros no atacamos a nadie, simplemente garantizamos los derechos y dignidad del pueblo como fuerzas de paz», remachó.

Visita a la retaguardia

Horas después, y siguiendo la estela abierta por su antecesor tras el estallido de la actual crisis, Medvedev llegaba a Vladikavkaz, capital de Osetia del Norte, república situada dentro de la Federación rusa y convertida en la base desde la que Moscú controla manu militari sus intereses en el Cáucaso.

No lejos de Vladikavkaz, el jefe adjunto del Estado Mayor ruso, Anatoli Nogovitsyne, anunciaba el comienzo del repliegue, que no la retirada, de las fuerzas rusas «conforme al plan de paz». «Quisiera precisar términos. Existe el concepto de retirada y el de repliegue. En la conversación que mantuvo el presidente de Rusia, Dmitri Medvedev, con el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, se habló sólo de repliegue», recordó el general ruso.

Más allá de movimientos de algunos blindados rusos, el Gobierno georgiano denunció que, lejos de replegarse, el Ejército ruso seguía avanzando sobre su territorio. En este sentido, los soldados rusos seguían ocupando o la ciudad de Gori y controlaban la carretera estratégica que lleva hasta Tbilissi, llegando a situar avanzadillas a 30 kilómetros de la capital georgiana. Igualmente, mantenían el control de posiciones georgianas estratégicas en el oeste de la república, incluido el estratégico puerto de Poti.

Rusia apuntala su posición

Si algo ha quedado claro en el desenlace de la c risis es la nueva posición de fuerza de Rusia, que no tiene prisa por abandonar sus posiciones en Georgia y que amenaza incluso con habilitar una zona-tapón en territorio georgiano para proteger al enclave aliado de Osetia del Sur. En un movimiento de pinza, las milicias de Abjasia ya se han hecho con el control de la Garganta de Gori, único enclave abjaso en manos de Georgia hasta que esta última decidió, de forma temeraria o tramposamente aconsejada, atacar Osetia del Sur a friesgo de enfurecer al cada vez más amenazador Oso Ruso.

Así las cosas, y tras retomar el control sobre la Garganta de Gori, Abjasia anunció el despliegue de nuevas fuerzas para consolidar su última reconquista.

En Osetia del Sur, donde su presidente, Eduar Kokoity, decretó el estado de excepción, el Pentágono denunció la instalación por parte de Rusia de rampas de lanzamiento de misiles tácticos SS-21, que tendrían a tiro a la capital georgiana.

Ya en suelo georgiano, y más allá de los territorios cercanos a Osetia del Sur, el Ejército ruso procedía a una estrategia de tierra quemada, continuando con la destrucción de arsenales, bases militares e incluso cuarteles policiales. Distintas agencias informaban de explosiones en la base aérea georgiana de Senaki y de instalaciones policiales en Igoeti, a escasos kilómetros de la capital, Tbilissi.

Totalmente superado por las circunstancias de una crisis que no dudó hace diez días en generar, el presidente georgiano, Mijail Saajashvili, apelaba por primera vez, en un discurso televisado, a la negociación con Rusia, pero exigió como paso previo la retirada inmediata de las tropas rusas.

Exigencia de retirada inmediata en la que coincidieron tanto la Casa Blanca como el Gobierno francés, que tratan sin éxito de convocar el Consejo de Seguridad de la ONU.

El Consejo Permanente de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) se reunió ayer de urgencia para dar luz verde al envío de una misión de observadores.

En la víspera de la reunión de la OTAN, subía el tono entre los portavoces atlánticos y el Kremlin. Un alto responsable estadounidense señaló que «no podemos seguir como si nada y Rusia debe respetar las reglas en vigor en el siglo XXI».

Moscú respondió amenazando con que responderá a una reacción «desequilibrada» por parte de la OTAN revisando la calidad de la actual cooperación entre ambas entidades.

Lo que está claro es que la relación Rusia OTAN no será ya la misma tras la crisis georgiana. Pero que las puertas aliadas seguirán cerradas para Georgia. Al menos de momento.

canje

Moscú anunció la interrupción de una negociación para intercambiar 14 prisioneros de guerra georgianos por cinco rusos después de que Tbilissi hubieran presentado «exigencias políticas y militares inaceptables».

Críticas a Georgia

El presidente checo, Vaclav Klaus, responsabilizó directamente a Georgia de la situación. «No es posible hallar una salida basada en mentiras, aunque estas nos convengan a nosotros o a nuestros aliados. No funciona en ningún lugar del mundo».

Opinión pública rusa

Sólo un 1% de los rusos dan la razón a Georgia en esta crisis. Ni siquiera la oposición liberal pro-occidental tiene una posición crítica común al respecto. Una manifestación pacifista convocada el sábado en Moscú congregó a una decena de jóvenes.

VENEZUELA

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, respaldó la iniciativa rusa de enviar al Cáribe una flota naval. Aseguró asimismo que tiene intención de comprar más armamento a Rusia. Chávez ha apoyado a Moscú en la reciente crisis caucásica.

Los temblores llegan a Tbilissi y alcanzan al Gobierno de Ucrania

Con los tanques rusos a escasas decenas de kilómetros de Tbilissi, la oposición georgiana ya ha anunciado que exigirá nuevas elecciones presidenciales al culpar al actual presidente, Mijail Saajashvili, de haber provocado la agresión rusa.

El opositor Levan Gachechiladze, quien logró el 25% de los votos hace dos meses frente a Saajashvili, aseguró que ve posible nuevos comicios en dos meses. Otro opositor, el conservador Kaja Kukava, coincidió en atribuir al presidente la responsabilidad personal por desatar una guerra que Georgia «jamás iba a ganar». Los analistas coinciden en augurar que Saajashvili pagará un alto precio pero no esperaban que la oposición de movilizar tan pronto. «Creo que el país se va a sumir en una crisis política interna cuando se asiente la polvareda levantada por la guerra. Esta se ha convertido en una catástrofe para Georgia y muchos georgianos se han dado cuenta de que la culpa la tiene Saajashvili», concluye Nikolai Silayev, del centro de estudios caucásicos del Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú (MGIMO).

En Ucrania, páis que como Georgia vivió una «revolución de colores» que aupó a élites pro-occidentales al poder, la crisis caucásica ha abierto una nueva brecha entre el presidente, Viktor Yushenko, y la primera ministra, Julia Timoshenko.

La Presidencia no ha dudado en acusar de alta traición a Timoshenko por el hecho de que esta última no se ha alineado con Georgia y ha rechazado condenar la dura respuesta rusa. Este silencio sería, a juicio de Yushenko, la prueba de cargo de que la primera ministra se habría alineado con Moscú. Timoshenko buscaría el aval de Moscú para las próximas presidenciales de 2010 a través de una alianza con el opositor Viktor Yanukovich. GARA

RESolución

Moscú acusó a EEUU y a Gran Bretaña de obstaculizar la convocatoria del Consejo de Seguridad de la ONU por su negativa a que una eventual resolución incluya la espinosa cuestión de Osetia del Norte y Abjasia.

desacuerdo en la OSCE

La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa no logró ayer un acuerdo para el despliegue de un centenar de observadores suplementarios en la zona de conflicto. Rusia, miembro de la OSCE, exigió concreciones sobre la misión.

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