Dimisión de Musharraf
Musharraf dimite para eludir el proceso de destitución iniciado por el Gobierno paquistaní
Tras nueve años al frente del Gobierno de Pakistán, al que accedió tras un golpe de Estado, Pervez Musharraf anunció ayer en un discurso televisivo que dimite de su cargo «para evitar más inestabilidad y por el interés de la nación». Sin embargo, negó las acusaciones de la oposición y se mostró convencido de que «los paquistaníes serán los jueces y harán justicia». Hasta la convocatoria de nuevas elecciones, el presidente del Senado asumió ayer la jefatura del Estado.
GARA | ISLAMABAD
El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, dimitió ayer «para evitar más inestabilidad» en el país, pero negó las acusaciones vertidas en los últimos meses en su contra por miembros de la oposición. De forma interina, y hasta que se convoquen nuevas elecciones, el presidente del Senado Muhammadmian Somro fue nombrado máximo mandatario del Gobierno paquistaní.
«Después de las consultas con asesores legales y aliados políticos cercanos, y según su consejo, tomo la decisión de renunciar. Mi dimisión irá hoy al presidente de la Asamblea Nacional», explicó Musharraf en su discurso televisivo seguido por miles de paquistaníes. A pesar de haber presentado su dimisión, Musharraf negó las «falsas acusaciones» vertidas por la oposición.
«Durante 44 años he salvaguardado al país y continuaré haciéndolo. Ningún cargo podrá ser probado contra mí mientras tenga total confianza en Alá el Todopoderoso», subrayó el todavía presidente paquistaní, momentos antes de abandonar su residencia oficial.
«No tengo ninguna razón para estar preocupado, porque nunca pensé en mi propio interés. Mi lema siempre fue «Pakistán primero»», añadió. Musharraf acusó a los socios del Gobierno de «engañar» al pueblo de Pakistán y se mostró convencido de que «los paquistaniés serán los jueces y harán justicia».
La oposición ha criticado con dureza durante los últimos meses la declaración en noviembre de 2007 del estado de excepción y la suspensión de garantías constitucionales decretada por el ex mandatario, que llevó a la detención de miles de opositores. Le acusan de violar la Constitución y de conducta improcente.
Mientras tanto, el hasta ahora presidente del Senado, Muhammadmian Soomro, asumió ayer de forma interina la jefatura del Estado. No obstante, se espera que en el plazo de dos meses se convoquen nuevas elecciones en el país, tal y como rezan las propias leyes paquistaniés, aunque aún no ha sido confirmado.
El presidente del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), Bilawal Bhutto Zardari, hijo de Benazir Bhutto, la ex primera ministra que falleció en un atentado el 27 de diciembre del año 2007, consideró ayer que con la dimisión de Musharraf «se ha acabado con el gran obstaculo para la democracia en el país».
«Unos pocos días después de la muerte de mi madre, dije que la democracia era la mejor de las venganzas. Efectivamente, aquí tenemos la prueba y estamos muy orgullosos de nuestro país», señaló el dirigente de tan sólo 19 años.
Para celebrar la dimisión del presidente, miles de personas salieron ayer a las calles de las principales ciudades de Pakistán. «La raíz de todos los problemas ha desaparecido», declaró un militar retirado en la ciudad de Peshawar. En Karachi, capital económica del país, el colectivo de abogados opositor a Musharraf repartió dulces en las calles para celebrar «la victoria del pueblo».
En los últimos meses, la situación política se le había complicado extremadamente a Musharraf, hasta el extremo de que la oposición se había hecho con el control del Gobierno nacional. La popularidad del ex jefe del Ejército alcanzó las cotas más bajas desde que accediera al poder en octubre de 1999 tras un golpe de Estado contra el Gobierno de Nawaz Sharif, que a día de hoy es uno de los socios del actual Ejecutivo.
Desde el pasado febrero, además, la mayoría de los partidos políticos le habían aislado políticamente después de que la oposición ganara las elecciones parlamentarias.
La coalición del Ejecutivo, liderada por el PPP, acordó a comienzos de agosto poner en marcha un proceso para destituir al presidente Musharraf. El proceso ya había comenzado a votarse en las cuatro asambleas provinciales, que en los últimos días aprobaron la propuesta del Gobierno de ofrecerle la dimisión a Musharraf o destituirle.
Agradecimiento de EEUU
La secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice alabó ayer el compromiso de Musharraf «en la lucha contra el terrorismo» y anunció que EEUU «seguirá colaborando con Pakistán» tras la dimisión del ex militar.
«Musharraf ha sido uno de los socios más comprometidos en la guerra contra el terrorismo y el extremismo. Por ello cuenta con nuestro agradecimiento», agregó la secretaria de Estado. Rice aseguró que Estados Unidos ayudará a Pakistán a convertirse «en una nación musulmana estable, próspera, democrática y moderna».
Sin embargo, rechazó hacer comentarios sobre la posible concesión de asilo político a Musharraf, ya que «es una cuestión que no está sobre la mesa».
«Unos pocos días después de la muerte de mi madre, dije que la democracia era la mejor de las venganzas. Aquí tenemos la prueba», declaró ayer el hijo de la ex primer ministra fallecida en atentado Benazir Bhutto.
Los abogados, el colectivo que lideró las protestas contra Musharraf cuando éste anunció la destitución del presidente del Tribunal Supremo, tomaron los tribunales de la ciudad de Multan, al grito de «abajo el bufón estadounidense».
El Gobierno indio no quiso ayer entrar a valorar la dimisión de Musharraf. «No tenemos ningún comentario que hacer, es un asunto interno de Pakistán», señaló un portavoz. India y Pakistán se han enfrentado en tres guerras desde 1947.
«La renuncia se debe a las circunstancias políticas que vive el país y ha sido una decisión tomada en interés de la nación y de su población», declaró Malik Muhamad, fiscal general de Pakistán. En los próximos días desvelará si él también dimitirá o no.
Un portavoz de los talibanes paquistaníes abogó ayer, tras la dimisión de Musharraf, por retomar las negociaciones de paz con el Gobierno paquistaní. En poco más de una semana en el noroeste de Pakistán han fallecido cerca de 500 personas en combates.