El Gobierno español sigue resistiéndose a admitir la situación de crisis económica. La semana pasada presentó una serie de medidas para hacer frente a esa crisis según él inexistente, y ayer el ministro de Economía español minimizaba un dato como la pronunciada subida de la morosidad, que en el plazo de un año casi se ha triplicado. El Estado español, dicen, está preparado para afrontar mejor que nadie la «no crisis». No lo veía igual el FMI en su informe sobre la economía europea, en el que advirtió de la caída, especialmente en el Estado español, entre otros, dada su enorme dependencia del sector inmobiliario. El ministro siguió manteniendo sus previsiones de crecimiento. Y posteriormente, aunque seguía sin atisbar crisis alguna, hubo de rectificar. Ayer en París se reunía de urgencia el primer ministro francés, François Fillon, con los responsables económicos de su Gobierno ante la caída del PIB en el Estado francés y en toda la zona euro en el segundo trimestre. Para las dos economías más potentes de la UE, Alemania y Estado francés, no sólo hay crisis, sino que además la situación es preocupante y llaman a tomar medidas en común. Al parecer, la economía española no las necesita.