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CRÓNICA Txikigunea

Diversión para los más pequeños, larga espera para los mayores

Si es aita o ama y está de vacaciones, si es aitite o amama y tiene nietos que cuidar esta aste nagusia, el txikigune en el muelle de ripa es su salvación. Eso sí, prepárese para hacer cola y, por unas horas, someterse al pequeño dictador de la casa.

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Joseba VIVANCO

«Otro día venimos, cariño», o «no, ahora no», o «pero es que hay mucha cola». Éstas y parecidas eran las justificaciones que durante la mañana de ayer se podían escuchar de boca de muchos adultos al pasearse por el Txikigune que como cada Aste Nagusia se instala en el muelle de Ripa. Y no era para menos. A las eternas filas de espera, sobre todo en espacios como los castillos hinchables, se sumó ayer un sol de justicia que hasta obligaba a la organización a recordar por megafonía que los más pequeños debían ser hidratados y protegidos con biseras. Ante tal cúmulo de adversidades, no era de extrañar que algunos aitas optaran por una visita corta, esgrimiendo argumentos tan peregrinos como que «el Gargantúa es sólo para niños de 6 a 8 años». Y tenía razón, aunque las encargadas de introducir a los txikis en la boca del traganiños hacían la vista gorda.

Lo cierto es que vista la avalancha de familias que, pacientemente, se acercan a este recinto infantil, parece evidente que tres castillos hinchables se quedan escasos, máxime cuando en alguno apenas sí pueden subirse a la vez una decena de pequeños. Son, sin duda, la atracción preferida, pero a los aitas y aitites -que se reparten por igual por Ripa- la espera les resulta pero que muy cansina.

Aun así, la oferta es variada, y a los habituales talleres de maquillaje, futbolines, juegos de mesa, manualidades y otros, llamaban la atención ofertas como la de un espacio dedicado a la ciencia -no a la magia, como decía una señora-, y donde con un poco de agua, detergente y CO2 helado consiguen dejar boquiabiertos a los chavales y demostrarles que la ciencia es la mar de entretenida.

El calor aprieta y mientras el puesto de refrescos a un euro se beneficia de ello, el de una marca de café a 0,30 céntimos el vasito apenas hace caja. Así que dicho y hecho, nos vamos a la playa, eso sí, una playa artificial para los menores de 3 años, en la que además de baldes, sombrillas y hasta palmeras, no faltan las peleas por quítame aquí esa pala. A su lado, los trineos sobre hielo tienen menos tirón, sobre todo porque de ellos tienen que tirar, precisamente, los propios aitas. Como también tienen que ser ellos quienes maquillen las caras a sus niños. Lo menos costoso, sacarse una foto con la réplica de Marijaia y sin agobios. Es el Txikigune, donde la diversión está asegurada... y la paciencia es puesta a prueba.

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