Zhang-ke, neorealismo chino versus propaganda oficial
Jia Zhang-ke es, sin ningún género de duda, el realizador más interesante de la Sexta Generación y uno de los máximos exponentes del cine de autor contemporáneo. Tras su consagración internacional, el Gobierno chino ya no prohíbe sus películas aunque mantiene una actitud hostil hacia su cine. (...) Zhang-ke filma lo que la propaganda deja fuera de cuadro con el fin de captar la realidad.
Iñaki LAZKANO | Periodista y profesor de Ciencias Sociales y de la Comunicación
Una nueva generación de cineastas chinos emerge ante la admiración occidental y el desprecio de las autoridades chinas. Jia Zhang-ke, Zhang Yang, Wang Xiaoshuai, Zhang Yuan, Li Yu, Hu Jie y otros muchos autores contemporáneos han recuperado el espíritu del neorealismo italiano con la intención manifiesta de mostrar la transformación de la sociedad china desde una perspectiva documental y crítica a la vez. Decepcionados por el cine épico y escapista de los maestros Zhang Yimou y Chen Kaige, los jóvenes realizadores de la Sexta Generación reflejan con crudeza en sus filmes el reverso del paisaje idílico diseñado por la propaganda oficial. Temas controvertidos como el sexo, la corrupción burocrática, las drogas, la prostitución y la alienación social están muy presentes en sus obras.
Jia Zhang-ke es, sin ningún género de duda, el realizador más interesante de la Sexta Generación y uno de los máximos exponentes del cine de autor contemporáneo. Sus primeras películas -«Xiao Wu» (1998), «Platform» (2000) y «Placeres desconocidos» (2002) - fueron censuradas en China. No obstante, tras su consagración internacional, el Gobierno chino ya no prohíbe sus películas aunque mantiene una actitud hostil hacia su cine. El estreno de «Naturaleza muerta» (2006) -León de Oro en el Festival de Venecia- causó gran malestar en la Oficina de Cine del régimen y Jia Zhang-ke fue acusado de «no tener corazón».
«Naturaleza muerta» (2006), única película del realizador chino exhibida comercialmente en Euskal Herria, narra la historia de dos almas solitarias que confluyen espacial y temporalmente sin llegar nunca a cruzarse en un paisaje desolado; un hábitat destruido por la construcción de la presa de las Tres Gargantas. Ciudades, recuerdos y sueños desaparecen bajo las aguas en nombre de la modernidad y el progreso. Jia Zhang-ke, valiéndose del paisaje desgarrado de ese Itoiz oriental a gran escala, elabora una turbadora metáfora de la sociedad china actual. Una sociedad desenraizada, sin pasado ni esperanza, abocada a un incierto futuro. Tanto en esta película como en «24 City» (2008), el director chino retrata a la gente común; a los más desprotegidos; a los olvidados de un sistema capitalista salvaje y voraz que incomprensiblemente aún se autodenomina comunista. Zhang-ke filma lo que la propaganda deja fuera de cuadro con el fin de captar la realidad. Y, eso, implica, naturalmente, oponerse a la versión oficial; esgrimir el «cinéma vérité» como denuncia social.