Muchas de las comedias francesas, al menos las de tono costumbrista, dedican su atención a la familia y sus conflictos internos. «Por fin viuda» adopta un tono irónico, puede que hasta cínico, con respecto a tan inamovible institución que, con crisis o sin crisis, sigue condicionando nuestras vidas. La actriz de teatro y televisión Isabelle Mergault debutó en la dirección con éxito de la mano de la premiada «Eres muy guapo», comedia en la que Michel Blanc encarnaba a un viudo que para aliviar su soledad acudía a una agencia matrimonial que le conseguía una pareja rumana. En su segundo largometraje, el estado de viudez recae sobre una mujer, la cual terminará siendo víctima de las apariencias y de las obligaciones familiares que son impuestas a las de su sexo. Por el qué dirán pondrá en riesgo su felicidad, ya que en su caso el pertenecer a una buena familia se convierte en una condena.

Michèle Laroque personifica a esta mujer a la que el destino le juega una mala pasada, obligándola a cambiar sus planes inmediatos, e incluso a hipotecar su futuro. No era feliz en un matrimonio en el que la seguridad económica primaba sobre los sentimientos, lo que la había llevado a preparar una fuga en compañía de su amante, un marino en tierra interpretado por Jacques Gamblin. Pero, justo en el momento de coger las maletas y huir de su cómoda y aburrida existencia conyugal, se entera de la noticia del fallecimiento de su esposo en accidente de tráfico.

En primera instancia piensa que ha de disimular su alegría, por entender que el suceso no va sino a dejar vía libre a su historia de amor, y que por fin podrá rehacer su vida sentimental en compañía del hombre al que ama, tal como soñaba, y sin obstáculos de ningún tipo. Sin embargo, las cosas toman un cariz bien distinto, debido al instinto sobreprotector de sus allegados. Consideran que ha sufrido un duro golpe y que no la deben dejar sola, por lo que permanecen a su lado día y noche, evitando que pueda verse con su amor oculto. La situación para ella se vuelve tan opresiva que sus citas furtivas son menos que en vida de su marido, a la par que aumentan las dificultades para desvelar una verdad imposible de encajar en su entorno.