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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

Estado de excepción al descubierto

Se les acusa de terroristas a la vez que se les prohíbe e impide cualquier manifestación social o política. Estas conductas paranoicas dejan al descubierto la injusticia hacia un sector importante, numeroso y de gran calidad intelectual y humana

Es intenso, constante y cruel el acoso a la izquierda abertzale desde hace ya mucho tiempo, una estrategia de años, bien planeada para quitarlos de en medio; sin embargo, ni Franco, ni Aznar, ni Zapatero, ni Garzón ni muchos otros han podido derrotarlos, porque hay una fuerza natural que los une y les hace resistir. Los políticos no logran entender aún por qué no han podido acabar con la izquierda abertzale, a pesar de haberles dado tan duro, a pesar de que no cesan las detenciones y las torturas y la gran lista de conculcaciones de derechos. Se les acusa de radicales y terroristas a la vez que contradictoriamente se les prohíbe e impide cualquier manifestación social o política. Simplemente se les quiere desaparecer del mapa. Estas conductas paranoicas no hacen más que dejar al descubierto el descaro y la injusticia hacia un sector importante, numeroso y de gran calidad intelectual y humana.

Esto lo venimos observando nosotros, un grupo de inmigrantes con conciencia política y con un gran reconocimiento hacia la lucha y resistencia de los vascos. Cada vez son más las personas en nuestros lugares de origen que ya no creen las mentiras de los políticos, cada vez están mejor informados por nosotros y por fuentes más fidedignas de lo que realmente ocurre aquí, y muchos de nosotros tenemos ese claro compromiso de seguir desmintiendo las acusaciones contradictorias y tendenciosas acerca de los vascos, acerca de la izquierda abertzale, acerca de lo que se dice y lo que se calla y oculta. Tenemos el firme propósito de dar la otra versión, la de que los vascos son personas trabajadoras y solidarias, bien organizadas, que resisten a planes y alianzas maquiavélicas de partidos políticos, que hay una gran riqueza cultural y artística, que hay un territorio geográfico y una historia social y política, que hay un idioma propio, que hay una admirable resistencia basada en una convicción política, en un ideal de reconocimiento e independencia, que hay dignidad de un pueblo.

Varios observadores han manifestado que la tortura existe en el Estado español, que la dispersión de presos y las ilegalizaciones de partidos se salen de toda lógica de justicia y democracia, y están haciendo públicos sus comentarios acerca de las arbitrariedades que sólo un estado sin democracia y sin madurez es capaz de cometer. Y creo que habrá países que acusarán a España, y la juzgarán, y es posible que llegue el momento en que además de criticarla le pidan cuentas.

Pero por el momento nos queda mucha labor interna como vascos y como inmigrantes con conciencia. Podemos ir reconociendo al País Vasco como pueblo, podemos admitir otras verdades, podemos atrevernos a juzgar y condenar lo verdaderamente condenable, como es la tortura y el estado de excepción. Podemos exigir a los políticos que dejen de perder el tiempo en juegos de poder y permitan al pueblo que respire, que salve su economía y su ecosistema, que recupere su territorio y su paz social, que no provoquen más terror ni terrorismo con actos inmaduros, que respeten al pueblo y permitan que sea él quien tome la palabra y recupere el poder que le corresponde.

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