Pink Floyd y la soprano Renée Fleming recibieron ayer del rey Carlos Gustavo de Suecia el premio Polar, considerado «el Nobel de la música».

A los galardonados se les entregó un diploma y un cheque por un millón de coronas suecas (unos 100.000 euros), antes de participar en una cena de gala en el Grand Hôtel de Estocolmo.

Sólo el batería Nick Mason y el bajista y cantante Roger Waters acudieron a recoger el premio en representación de la banda británica, envuelta desde hace años en disputas internas.

La ceremonia de entrega fue el punto culminante de una semana dedicada a homenajear a través de diversas actividades la música de los galardonados.

Pink Floyd recibió el premio, según el fallo del jurado, «por su importancia en la evolución de la música popular y del rock sinfónico en particular, por unir arte y música, por su apuesta experimental y por su éxito, al capturar y formar reflexiones y actitudes para toda una generación». En el caso de la estadounidense Renée Fleming, el jurado resaltó su «voz única», su «naturalidad» al cantar y su variedad de registros, que atraen tanto a los expertos como al público en general.

El premio Polar fue creado en 1989 por Stig Andersson, editor, compositor y representante del grupo Abba.

Desde que en 1992 empezó a otorgarse, el Polar ha distinguido a intérpretes como B.B. King, Cyorgy Ligeti, Keith Jarrett, Bob Dylan, Ray Charles, Pierre Boulez, Elton John, Bruce Springsteen, Stevie Wonder, Dizzy Gillespie, Sony Rollins y Gilberto Gil.

La Real Academia de la Música sueca ha anunciado recientemente que se retira de la organización, pero ello no afectará a la continuidad del galardón.