Washington cede a Bagdad el control de la provincia suní de al-Anbar
EEUU entregó ayer, primer día del Ramadan, el control de la gran provincia sunita iraquí de al-Anbar al Gobierno de Bagdad, aunque los marines vigilarán la situación desde sus bases. Bastión al principio de la resistencia nacional y luego de los grupos cercanos a Al Qaeda, la provincia fue «pacificada» por iniciativa de los jefes tribales, que se aliaron a los ocupantes para luchar contra los seguidores de Bin Laden.GARA | BAGDAD
Los marines estadounidenses entregaron ayer a las fuerzas colaboracionistas el control de la región occidental de al-Anbar, uno de los bastiones de distintas facciones de la resistencia.
EEUU eligió el primer día del Ramadan para los sunitas iraquíes para formalizar el traspaso. Con este último son ya once (de un total de 18) las provincias iraquíes en las que los ocupantes han dejado el control directo desde julio de 2006. Eso sí, las fuerzas estadounidenses se mantendrán acantonadas en sus bases y participaran en operaciones de castigo.
Hasta ahora todas las provincias transferidas formaban parte del centro y sur chií. Al-Anbar es la primera región suní en la que se formaliza el traspaso. Con 138.000 kilómetros cuadrados de extensión, un tercio del territorio del actual Estado iraquí, esta provincia fue pionera en el levantamiento contra los invaso- res tras el derrocamiento de Saddam Hussein.
Durante los primeros años de ocupación, esta inmensa provincia se convirtió en el primer campo de batalla, especialmente encarnizado en Ramadi, su capital, y en Falujah, ciudad contra la que el Ejército estadounidense protagonizó dos cruentos sitios que incluyeron salvajes bombardeos para forzar la capitulación de sus habitantes.
1.306 soldados, un tercio del todal, han caído en esta provincia desde la invasión. Fue además el escenario de los primeros ataques con bombas artesanales contra las fuerzas ocupantes, ataques responsables de más de un 40% de sus bajas mortales. La feroz represión contra al-Anbar y sus 1,2 millones de habitantes, dio alas, a su vez, a grupos de la resistencia que se alinearon con las tesis rigoristas y la a veces brutal táctica de lucha armada de Al Qaeda.
Washington ha insistido todos estos años en que la provincia era la base de operaciones del considerado líder de la sección iraquí de la red de Osama Bin Laden, Abu Mussab al-Zarqaui, muerto en junio de 2006.
Su ubicación junto a las fronteras con Siria, Jordania y Arabia Saudí convirtieron a al-Anbar en zona de paso de cientos de brigadistas árabes y musulmanes dispuestos a luchar contra la ocupación de Irak.
Cambio de tercio
El hartazgo de la población por los métodos indiscriminados de estos grupos relacionados con Al Qaeda, unido a un cálculo político de algunos líderes tribales suníes propició el surgimiento en esta provincia de la primera milicia que, bajo el nombre de Sahwa (Despertar), decidió combatir contra la sección iraquí de la red a cambio de recibir ayuda y armas de los ocupantes.
Esta experiencia, que se trasladó a otras provincias suníes cercanas, supuso un vuelco en la situación, que sigue lejos de normalizarse, como prueba el hecho de que lo primero que hizo ayer el Gobierno iraquí fue instaurar el toque de queda en toda la provincia.
Sin olvidar que la inseguridad de al-Anbar se ha trasladado a provincias vecinas como Diyala, el traspaso de ayer abre otro interrogante no menos preocupante para Washington: el futuro de los grupos Sahwa.
El pionero de al-Anbar cuenta con 24.000 hombres, la mayor parte de extración tribal sunita, y mantiene tensas relaciones con el Gobierno central iraquí, en manos de los chiíes.
Líderes de estas milicias tribales han advertido en más de una ocasión a Washington que podrían dirigir sus armas contra los ocupantes en un eventual escenario de confrontación con el Gobierno chiíta de al-Maliki, que se ha comprometido a no atacar a estos grupos.
El Ministerio de Interior del Irak ocupado dio por desmantelada la sección iraquí de Al Qaeda tras las recientes ofensivas contra la provincia de Diyala y la ciudad de Mosul, la tercera más grande del país.
El presidente de EEUU, George W. Bush, saludó el traspaso de control en al-Anbar como una victoria sobre Al Qaeda, que imputó a las tropas estadounidenses y a sus aliados iraquíes.
El diario iraquí «al-Irak» aseguró ayer que la inmunidad de los soldados ocupantes sería el principal punto de fricción de un eventual proyecto de acuerdo de seguridad que debería reglar la presencia estadounidense.
Según el documento filtrado a este diario, Bagdad propondría que EEUU mantenga su jurisdicción sobre sus soldados y «civiles» en el interior de sus bases y sectores utilizados por ellos en exclusividad, así como en el exterior mientras estén llevando a cabo una misión, salvo si cometieran «errores graves o intencionados»
Por contra, Washington insiste en mantener su jurisdicción sobre todos sus ciudadanos, sean militares o funcionarios que trabajen para el Ejército. Jurisdicción que significa, en la práctica, la impunidad total para sus fuerzas en el escenario iraquí.
En un intento de contentar las inagotables exigencias ocupantes, el Gobierno de al-Maliki ha propuesto en cualquier caso la supervisión de eventuales juicios contra personal estadounidense por parte de un «comité común americano-iraquí». El Gobierno de George W. Bush ha respondido a esta nueva rebaja en las pretensiones iraquíes con un «lo estudiaremos».