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«Las inalámbricas» vuelven a las raíces del teatro en su gira por Sudamérica

Se pueden recorrer todos los escenarios de Euskal Herria, o incluso salir al resto de Europa. La experiencia de cruzar el charco, sin embargo, es mucho más enriquecedora y sirve para salir «de la burbuja en la que vivimos», señala Ana Pimienta. Hasta Perú, Bolivia y Paraguay, han viajado las tres actrices de «Las inalámbricas» para encontrarse a un público que se entrega a la hora de disfrutar del teatro olvidándose de las apariencias y pudiendo así llorar o reír.

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Itziar AMESTOY | GASTEIZ

Después de mostrar «Las inalámbricas» entre el público de Perú, Bolivia y Paraguay, las integrantes de la compañía Vaivén Producciones miran con una sonrisa la experiencia que han vivido este mes de agosto y preparan nuevos proyectos para realizar a lo largo y ancho del continente sudamericano. La sorpresa por cómo responde el público ante algunos fragmentos que no despiertan mayor interés en nuestros escenarios pero, sobre todo, la entrega a la hora de disfrutar del teatro son las experiencias con las que regresan Ainara Ortega, Marina Aparicio y Getari Etxegarai, las tres intérpretes de la obra.

El proyecto está organizado por una entidad estatal de cooperación internacional, que ya viene desarrollándolo con otras obras en años anteriores. El espectáculo de Vaivén, que se adentra en los miedos a los que los seres humanos nos enfrentamos a lo largo de la vida, llamó la atención de la asociación por lo que fue el escogido para viajar a Sudamérica.

También ha sido determinante que se trata de un espectáculo dirigido a una amplia franja de edad, que abarca desde menores de seis años hasta el público adulto. No en vano, la compañía la describe como una «comedia muy musical dirigida a niños y niñas de 5 a 90 años». Esta frase, sin embargo, adquirió un significado especial en sus actuaciones en Perú, Bolivia y Paraguay. Según explica la actriz Ainara Ortega, una de las curiosidades que más le llamaron la atención era ver al público más adulto a carcajada limpia desde el primer minuto de la función. «Es cierto que la obra tiene mucho contenido de humor, pero aquí no ocurre lo mismo. Puede que sea porque nos cortamos; allá no tienen vergüenza», comenta.

Ana Pimienta, directora de la compañía, también ve diferencias claras entre las dos escenas: «Aquí, nos encontramos con que el teatro está subvencionado y aún así no siempre se corresponde con la presencia del público; cuando viajamos allá la gente está abierta a las experiencias y el público está completamente entregado, incluso trabajan mucho para conseguirte las condiciones necesarias». Asimismo señala que logran una transformación completa, tanto de las calles como de los propios habitantes, cuando llega un festival.

La conexión entre las dos partes necesarias para que exista una obra, público y artistas, es completa. Según Pimenta, esta misma unión es la que ayuda a recuperar la función original del teatro porque se consigue más que nunca una comunicación auténtica. De hecho, tal y como describe Ainara, cuando concluye la obra los espectadores se solían acercar a los camerinos para agradecerles su trabajo.

Sin modificaciones

A pesar de dejar claro que la acogida del público cambia de forma radical, la obra no ha sufrido modificaciones sustanciales. El argumento de «Las inalámbricas» se sitúa en el momento en el que un trío vocal se enfrenta a su primer concierto. Es en este momento en el que las tres protagonistas -Diva, Duda y Recta- sienten distintos temores y buscan cómo afrontarlos. El objetivo de la obra, o uno de ellos al menos, era naturalizar los miedos y, además, hacerlo delante de niños y mayores, para que los más pequeños vean que no son los únicos que sienten temor.

Tal y como asegura Ana, esta idea se ha mantenido sin apenar cambiarla. «Es impresionante el nivel cultural que tienen, son capaces de adaptarse incluso cuando el giro que se da en la lengua les dificulte entendernos», señala la directora de la compañía. Las modificaciones que haya podido haber se han dado encima del escenario, bajo el arte de la improvisación. «Una vez allá, veías que cosas que aquí pueden pasar inadvertidas les hacen mucha gracia; entonces las amplías», reconocía Ainara. Por ejemplo, describía un momento en el que una de las actrices recitaba frases con contenido religioso, que despertaban sonoras carcajadas.

Las maravillas que cuentan de la experiencia les hacen mirar hacia próximos viajes. De hecho, ya han visitado este continente con obras anteriores. Pero de momento «Las inalámbricas» tienen varias citas por Euskal Herria en las que seguir haciendo reír a este otro público.

Talleres de iniciación al teatro y al canto

El proyecto con el que «Las inalámbricas» han visitado Perú, Bolivia y Paraguay incluía actuaciones en las ciudades principales -son las únicas que cuentan con las infraestructuras necesarias- y talleres con los niños. Las sesiones se centraban en el cuerpo, la voz y la actuación. Como explica la directora de la compañía, Ana Pimenta, las tres actrices ya tenían experiencia previa en talleres de este tipo, aunque, una vez en el lugar, se han encontrado con algún contratiempo inesperado como el hecho de, aunque hubiese una veintena de inscritos, se les presentan unos setenta niños. «Se lanzan mucho antes que aquí, se nota que tienen menos vergüenza», explica Ainara Ortega.

Después de realizar el taller en una ciudad importante, lo volvieron a llevar a cabo en un barrio más desfavorecido. El cambio se notó mucho en su respuesta. «Pasamos cinco horas con el taller y estoy segura de que hubieran pasado otras cinco horas más», describe Ortega. De hecho, considera que respondieron muy bien al encontrarse con algo que rompiera la cotidianidad. I. A.

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