CRÓNICA Consecuencias del «Apartheid»
Fiesta fantasma en Lizartza
Doce del mediodía del lunes 8 de setiembre, día grande de las fiestas de Lizartza. En la plaza del pueblo, dos aizkolaris ofrecen una exhibición de corte de troncos con hachas y tronzas. Hasta ahí todo normal, salvo un pequeño detalle: en la plaza sólo están ellos, no hay ni un alma más.
Joseba SALBADOR
La atípica situación que vive Lizartza desde que en julio de 2007 el PP, con 27 votos, se hiciera con el Gobierno municipal, ha tenido también su reflejo en las fiestas patronales, celebradas a lo largo del pasado fin de semana.
Mientras la comisión de fiestas, conformada por un grupo de vecinos, organizó un amplio programa festivo con actividades de todo tipo, el Consistorio anunciaba, por primera vez, un escueto programa consistente en tres únicas actividades: juegos infantiles para el sábado, una escenificación teatral para el domingo y una exhibición de deporte rural para el lunes.
Los juegos para los chavales no tuvieron demasiado éxito, ya que el tiempo no acompañó y los organizadores decidieron trasladarlos al frontón, motivo por el que muchos vecinos ni siquiera se enteraron. La obra teatral no llegó a escenificarse ya que la protagonista se vio afectada por un ataque de lumbalgia. Y la exhibición de deporte rural resultó surrealista, pues deparó una imagen única, nunca antes vista en ningún pueblo de Euskal Herria.
Pese a tratarse del día grande de las fiestas, los dos aizkolaris ofrecieron la exhibición ante una plaza desierta, sin un solo espectador. Los vecinos quisieron dejar claro que ellos no eligieron a su alcaldesa, Regina Otaola, y que por tanto sus actuaciones al frente del Consistorio carecen de legitimidad.
Según se comenta en el pueblo, los aizkolaris terminaron con el trabajo encomendado, aunque no con mucho ímpetu. No hay duda de que la falta de ánimos por parte del inexistente público les llevó a cogerse las cosas con tranquilidad.
Pero mientras en la plaza no se veía un alma, el frontón Aztinondo, ubicado a escasos metros, se encontraba abarrotado con motivo de la celebración del torneo de pelota organizado por la comisión de fiestas.
Asimismo, la exhibición de deporte rural de Ipar Euskal Herria programada para la tarde del domingo -en la imagen que acompaña a la de los dos aizkolaris- resultó un éxito, ya que fue seguida con interés por muchos vecinos.
Junto a estas dos actividades, la comisión de fiestas, cuya financiación proviene de sorteos y de las ayudas de empresas particulares, organizó un extenso programa que incluía actividades tan diversas como una comida popular, conciertos o actuaciones de dantzaris, así como una apuesta de segalaris, campeonato de toka, concurso de tortilla de patatas o la clásica degustación de sidra.
Frío acto religioso
Las muestras de desaprobación por parte de los vecinos hacia Regina Otaola se reprodujeron en el único acto al que asistió la corporación: la misa que se celebra habitualmente en la ermita ubicada a la salida del pueblo, junto al cruce de Orexa.
Nadie en el pueblo recibió con agrado la visita. Mientras los vecinos de los caseríos que rodean la ermita les rogaron que no aparcaran sus coches en sus terrenos, un grupo de vecinos se concentró frente al templo con ikurriñas y en absoluto silencio, ya que la alcaldesa ya ha llevado a la Audiencia Nacional a dos vecinos tras acusarles de haberle amenazado.
Incluso el párroco puso una condición a la alcaldesa para que pudiera participar en el acto religioso: la ausencia de personas armadas en el interior de la iglesia, hecho que motivó la inmediata protesta de Otaola.
Pese a estas circunstancias, la comisión ha valorado positivamente la celebración de las fiestas y, tras agradecer la colaboración desinteresada de grupos de música y entidades participantes, anuncia su intención de continuar con esta labor también el próximo año y hasta que el Consistorio vuelva a estar en manos de una Corporación elegida por la mayoría de los vecinos de Lizartza.