Doce parejas llegadas de Europa, América y Australia se han enfrentado a lo largo de tres días en la Euskal Etxea de la capital catalana para buscar a los campeones de las colectividades vascas del mundo. Quienes ya se hicieron con el título el año pasado lo han mantenido, aunque en realidad sólo repetía uno de ellos, Iñaki Abendibar, puesto que su pareja habitual, Ángel Ribero, se ha ausentado por la boda de su hija. El cambio por Antonio Vicente se ha demostrado un buen acierto, pues han mantenido la victoria.

El primer día del campeonato, la pareja ganadora aun no estaba segura de poder volver a vencer: «Vamos a intentar repetir, pero hay mucha competencia. Nosotros jugamos a ocho reyes, pero aquí se juega solo a cuatro, así que para nosotros esto es un hándicap porque no tenemos tanta práctica en esta modalidad». Parece que finalmente no fue un obstáculo para repetir victoria. Tampoco debería sorprender, pues con ésta ya son cinco las veces que Iñaki Abendibar es campeón del mundo de la diáspora vasca.

Aprovechando viaje, hasta mezkiritz

En segundo lugar han quedado los representantes de la federación norteamericana. Manuel Villanueva, uno de los integrantes de esta pareja, contaba a GARA que vienen del club vasco de Los Ángeles, donde se reúnen todos los viernes y sábados para jugar. Villanueva, que es la segunda vez que participa en el campeonato mundial, ha aprovechado el viaje para ir a visitar Mezkiritz, el pueblo navarro donde nació, y del que partió hace 54 años para ir a Estados Unidos a trabajar como pastor.

El resto de jugadores (todos ellos varones) venían desde Canadá, México, Argentina, Venezuela, Chile, Madrid (en representación del Estado español), Catalunya, el Estado francés y Australia. También había otra pareja de Euskal Herria, puesto que el país ganador envía dos parejas al año siguiente. Así pues, en la próxima edición, que ya se ha decidido que se celebrará en Balmaseda (Bizkaia), los anfitriones acudirán otra vez con cuatro jugadores.

Quienes participan en el mundial se escogen después de distintas eliminatorias. Primero hay que ganar en la Euskal Etxea local, para pasar al campeonato que organiza la federación de cada país, y de allí sale la pareja que va a este mundial.

Como el norteamericano, muchos otros jugadores venidos de lejos viajan a Euskal Herria después del campeonato. Es el caso de Pedro Altuna (nacido en Eltzaburu) y Ruben Alvaro (Iruñea). Actualmente viven en Sidney, así que representan a la federación australiana, que ha ganado el campeonato en dos ocasiones: en el año 1991 en Chile y en 1994 en Mar del Plata.

Encuentro europeo de la diáspora

Los jugadores llegaron el pasado fin de semana y coincidieron con otras 120 personas que han acudido al Euskaldunak Europa, encuentro de los Euskal Etxea y otras entidades vascas en Europa. Esta es la segunda vez que se realiza esta iniciativa, que surgió el año pasado en el congreso mundial de las casas vascas que organiza el Gobierno de Lakua cada año. Aitor Arruti, en nombre de la Euskal Etxea de Barcelona, cuenta a GARA que en el congreso «los europeos coincidimos en la necesidad de encontrarnos más a menudo, de coordinarnos y aprovechar sinergias». En diciembre del mismo 2007 ya se hacía el primer encuentro en París, de donde salieron iniciativas como que gente de otras Euskal Etxeak acuda al barnetegi que organiza cada verano en Barcelona.

En esta segunda edición han decidido convocar un concurso de fotografía a nivel europeo. El tema a ilustrar será la diáspora vasca en el Viejo Continente. La iniciativa la secundarán como mínimo las nueve Euskal Etxea y entidades culturales que han acudido a Barcelona, pero esperan que otros que no han podido participar en el encuentro también la impulsen en sus países.

Diversidad de Euskal Etxeas

Los dos encuentros europeos han servido a Aitor Arruti para hacerse una «fotografía» de las distintas Euskal Etxea que existen en el continente europeo: «Cada una es distinto porque cada ciudad es distinta. Yo no pensaba que habría tantas diferencias, pero existe una diversidad muy grande entre unos y otros». Y pone algunos ejemplos: mientras la de Frankfurt está gestionado por la universidad y centra su actividad en el fomento de la lengua y la literatura vasca, en París tienen toda una manzana de casas, una de las cuales es un hostal para alumnos vascos que van a la capital francesa a estudiar. Sin embargo, a pesar de las dimensiones del Euskal Etxea de París, Arruti ha visto que les es muy difícil la labor de fomento de la cultura vasca en la capital francesa. Por el contrario, en Roma, donde no tienen ni sede propia, este déficit lo han aprovechado para integrarse en la vida social de la capital italiana, puesto que se reúnen en el local de otros grupos de la ciudad.

Quienes también participan activamente en la vida cotidiana de su ciudad son los miembros de esta Euskal Etxea en Barcelona, que se dedica a la difusión y fomento de la cultura vasca integrándola en la catalana. Un ejemplo: organizan varias actividades en la fiesta mayor de la ciudad (que empieza la semana que viene) que entran el programa oficial y tienen el apoyo del Ayuntamiento.

Y también hay otros centros con mucha menos actividad, que se limitan a ser puntos de encuentro de los vascos de la ciudad. En muchos de ellos, el mus es uno de los protagonistas de la vida diaria. Una gran diversidad que muestra la diversidad y vitalidad de la diáspora vasca en Europa.