Dos semanas en huelga de hambre para pedir que se respeten sus derechos. Los presos políticos vascos de la prisión de Ocaña I llevan quince días sin ingerir alimentos con el riesgo añadido de que todos excepto tres tienen problemas de salud.

Según han denunciado, en un principio el director del centro penitenciario reconoció que las peticiones de los internos eran legítimas y que las aceptaría, pero días después se echó para atrás y se retractó de todo lo prometido. Así las cosas, los encarcelados «sienten que el director de la cárcel les han tomado el pelo».

Los familiares y amigos que se han desplazado este fin de semana a visitarlos han señalado que los han visto mentalmente fuertes, pero que «las consecuencias de las dos semanas en huelga de hambre son palpables físicamente».

Los represaliados de Ocaña comenzaron su huelga de hambre el pasado día 1 de setiembre, ya que denuncian que las condiciones de vida a la que los tienen sometidos en el centro «son insoportables».

Sin posibilidad de vis a vis

Critican, entre otras cosas, que no se les permite recibir visitas vis a vis íntimas o de convivencia los fines de semana, por lo que las parejas de los presos que trabajan no pueden acudir entre semana. Además, piden que se dé la atención que precisan a los internos con problemas de salud, proporcionándoles mantas eléctricas y medicamentos, así como que les enciendan la calefacción de las celdas cuando eso sea necesario, y no sólo durante dos horas al día.

Los presos vascos también denuncian que desde que el gimnasio está cerrado por obras la dirección no les ha propuesto realizar ninguna otra actividad durante ese periodo.