CRÓNICA Manifestación por los derechos de los presos vascos
La solidaridad con los presos desbordó el cordón policial
Interior de lakua cumplió con la decisión adoptada hace ya dos semanas: desplegó el mayor contingente policial visto en Donostia, arremetió con dureza contra miles de manifestantes, detuvo a cinco personas, envió a otros tantos al Hospital e incluso hubo disparos reales. pero no acalló el apoyo a los presos.
Gari MUJIKA
La jornada de ayer llegó marcada por el enfrentamiento político que forzó Interior de Lakua al prohibir motu proprio la marcha anual en defensa de los derechos de los presos políticos vascos que se celebra en Donostia el segundo domingo de setiembre desde hace ya más de dos décadas. Las huelgas de hambre que se están repitiendo en las cárceles españolas y los recientes anuncios del Ejecutivo del PSOE de endurecer las leyes que aplican a los vascos también otorgaron más trascendencia a la cita de ayer en Donostia.
El departamento que dirige el consejero Javier Balza no escatimó en gastos. Horas antes de las 13.30, fijada para el arranque de la movilización que convocó el movimiento pro-amnistía, la Policía autonómica se encontraba desplegada por todo el Bulevar donostiarra, así como por todas las calles aledañas del centro de la capital. Sólo en el Bulevar, a la vista, se contabilizaron veintiún dotaciones antidisturbios y dos furgonetas para el traslado de detenidos. El helicóptero que sobrevolaba Alde Zaharra reforzó el contingente.
Más de veintiún dotaciones
Dos furgonetas, cruzadas en la carretera, vetaban el tránsito de los vehículos. En cada uno de los accesos al Bulevar se encontraban decenas de ertzainas apostados. Todos, pertrechados con material antidisturbio.
El mayor contingente policial, con los beltzas en primer línea, se encontraba junto al Consistorio, en la salida hacia Alderdi Eder. Decenas y decenas de policías cerraban el paso colocados en varias hileras con escudos, porras y peloteros en ristre.
Mientras, poco a poco, el tránsito de los viandantes por el Bulevar se iba aminorando y aumentando el gentío que se reunía en torno al quiosco. El primer aviso de la inminencia del arranque de la marcha llegó con la retirada de las terrazas hosteleras del paseo. El segundo, con el reparto de miles de carteles con diferentes leyendas: algunas, con rostros de los prisioneros políticos y la denuncia añadida de que ya han cumplido su condena o que se encuentran gravemente enfermos; otros, en denuncia del «estado de excepción», contra la ilegalización de partidos políticos o en pro de la independencia de Euskal Herria.
Diez minutos después de la hora fijada, miles de personas coreando «Presoak kalera, amnistia osoa!» marcharon en manifestación hacia la Bretxa. No había pancarta; sólo los carteles que enarbolaban y miles de gargantas, coreando al unísono.
Los policías apostados en Alderdi Eder se miraban unos a otros, extrañados o estupefactos. Aunque indecisos, no se movieron ni un ápice. Mientras, la marcha continuó hasta que, a la altura de la Bretxa, la cabecera se torció para adentrarse por la carretera del Bulevar. Enseguida, los ertzainas que se encontraban en frente intentaron a base de empujones y porrazos paralizar al tumulto que no cejaba de gritar consignas contra el PNV y la Ertzaintza y exigiendo la amnistía para los más de setecientos vascos encarcelados.
Detenciones violentas
Inmediatamente después, decenas y decenas de ertzainas, en su mayoría beltzas, llegaron corriendo por todos los lados. Los primeros pelotazos, seguidos de más ráfagas que resonaban en toda la alameda, no se hicieron esperar. Tampoco, por consiguiente, los primeros manifestantes heridos y detenidos.
Todavía no eran ni las 14.00 y la Policía autonómica detuvo a dos jóvenes. El primero fue arrestado cuando, por detrás, los ertzainas le empotraron contra los cajeros automáticos del Bulevar con la Bretxa. Aunque todo el lugar estaba repleto de ertzainas, cientos de personas aún se mantenían en el lugar alzando los carteles y coreando lemas por los presos.
A consecuencia de la tensión generada con la primera detención -llegaron a arrebatar un escudo a uno de los policías-, llegó la segunda. Tal y como muestra el video que colgó «El Mundo» en su web, un policía golpea al joven por la espalda en la cabeza, lo que le hace caer. Acto seguido, fue detenido. Ambos arrestos resultaron especialmente violentos. Mientras, a escasos metros, grupos de encapuchados se enfrentaban lanzando botellas y piedras a otros que, también con el rostro oculto, les respondían con incesantes cargas con pelotas de goma.
Conatos de enfrentamientos se reprodujeron por toda la alameda y también por las calles de Alde Zaharra.
La impactante instantánea se mantuvo durante largos minutos en la confluencia de la Bretxa con el Bulevar. Y es que, a pesar de los continuos enfrentamientos, decenas de personas seguían intentando acceder a la carretera del Bulevar. La edad no supuso ningún obstáculo para la Ertzaintza; zarandearon y lanzaron al suelo a un hombre entrado en años, quien se negaba a que los policías le indicasen «por dónde puedo andar o no».
Sí hubo manifestación
El cruce de las pelotas de goma y las piedras seguía, cuando un guarda de seguridad del centro comercial de la Bretxa salió para recriminar la actitud de los ertzainas. Fue algo que no les gustó. Lo que no sabía era que los ertzainas se adentraron por otro acceso y persiguieron a los ciudadanos por todas las plantas de la instalación comercial.
El nivel de la tensión que se vivió en esos momentos también lo evidenciaron los tres policías municipales que se agazaparon durante largos minutos en la rampa de acceso al parking de la alameda. Las 14.00 llegaron con otra arremetida de los policías autonómicos contra los manifestantes que aún se mantenían junto a la carretera.
Tampoco sirvió. Los manifestantes desbordaron a los ertzainas y continuaron andando, en manifestación, hacia la Plaza Gipuzkoa. La movilización continuó por varias calles adyacentes hasta que en la calle Okendo, cuando se encaminaban hacia el Bulevar, una nueva carga policial dispersó la manifestación.
A las 14.05 la primera ambulancia se adentraba por Alde Zaharra. Más tarde llegarían más. Cuando parecía que los policías «controlaban» la zona, nuevos espontáneos formaban otra protesta en distintos puntos del Bulevar. Ahora, los enfrentamientos se trasladaban a la calle Narrika, donde grupos de encapuchados seguían lanzando piedras y botellas a los ertzainas.
Mientras los ertzainas corrían de un lado para otro, una persona con el elástico de la trainera de Orio caminaba por la mitad de la alameda con la oreja ensangrentada a consecuencia de un pelotazo. «Zipaioak herriaren etsaiak», gritó un joven. La reacción fue fulminante; dos policías corrieron hacia él, que se limitó a levantar los brazos en alto y a recibir varios porrazos. Otra persona que les recriminó su actitud recibió otros tantos golpes por ello.
Sobre las 14.15, los enfrentamientos de la calle Narrika aún no tenían visos de amainar. Llegaron más beltzas, junto con un policía que parecía estar al mando del contingente. Mandó formar filas, a lo que no acertaron los ertzainas, que recibieron un rapapolvo público por su superior, que ordenaba «economizar» el material antidisturbio.
Recogiendo casquillos
Minutos después, cuando parecía que el Bulevar volvía a la tranquilidad, los choques con la Policía autonómica se reproducían por toda Alde Zaharra.
En el entorno de la iglesia de San Vicente, tanto en la calle Narrika como en la 31 de Agosto, los enfrentamientos seguían. Y, con ello, las irrupciones policiales con las respectivas cargas. A las 14.40, la Ertzaintza irrumpió a pelotazo limpio en la calle Juan de Bilbao por los dos accesos. La calle Ikatz, que se encontraba repleta de gente, fue escenario de una emboscada policial en toda regla. Los que lograron introducirse en los bares tampoco se libraron de los porrazos. La tercera detención, sin ir más lejos, se practicó después de que los ertzainas sacaran a un joven a golpes de un bar.
Pero ése no era el único escenario de las cargas ni de los enfrentamientos. La Plaza de la Constitución, por ejemplo, fue escenario de otra irrupción policial, pero de la que tuvieron que salir corriendo ante el lanzamiento de objetos en su contra.
Poco después llegaron también, según informaron varios testigos presenciales a GARA, los disparos al aire que realizó un policía de paisano en la Plaza de la Constitución. Según informaron a este diario, varias personas comenzaron a increpar al policía gritándole «txakurra», a lo que el agente respondió mostrando su arma y lanzando al menos cinco disparos al aire, a la vez que se giraba para apuntar a la gente.
Después de cruzar la plaza esgrimiendo el arma, el policía volvió a disparar otros dos tiros al aire antes de acceder a la calle Narrika, donde, según los testimonios recogidos, la Ertzaintza lo sacó de allí. Luego, la Policía autonómica se encargó de recoger los casquillos de bala.
Las irrupciones policiales tanto en la Plaza de la Constitución como en los aledaños de la iglesia de San Vicente volvieron a repetirse una y otra vez. Una cuarta detención se produjo en una de las últimas arremetidas de la Ertzaintza en Alde Zaharra. La llegada de otra ambulancia sanitaria evidenció que los heridos seguían en aumento.
«La ciudadanía de San Sebastián tiene derecho a vivir el día de sus regatas como un día de fiesta y paz y no mirando a ver por dónde le cae el cóctel», había afirmado el consejero de Interior de Lakua, Javier Balza, en una entrevista publicada ayer por «El Diario Vasco» al hilo de la prohibición que impuso sobre la marcha. Lo cierto es que, ayer, la fiesta y la calma llegaron cuando los policías autonómicos abandonaron Alde Zaharra.
Sanitarios de la DYA trasladaron a un hombre de 50 años al Hospital Donostia, tras haber recibido un fuerte impacto en el pecho. Al menos otras siete personas fueron atendidas por la DYA. Otra persona tiene la clavícula rota tras una carga policial.
El cordón policial que instaló la Ertzaintza en el Bulevar y en el centro de la capital fue llevado a cabo al menos con veintiún dotaciones, a la vista desde el Bulevar. Un helicóptero y dos vehículos para detenidos completaban el contingente policial.
Aunque el movimiento pro amnistía solo confirmó el arresto de cuatro personas, Interior de Lakua informó de que los detenidos ascendían a cinco. Además, la Ertzaintza abrió diligencias contra una persona por, al parecer, proferir gritos en su contra.
La movilización se desarrolló sin pancarta, pero con miles de carteles en denuncia del «estado de excepción» que enarbolaban los manifestantes. La Ertzaintza no logró evitar que decenas de personas se manifestasen por el centro de la ciudad.
El movimiento pro-amnistía se dirigió directamente al lehendakari para preguntarle «si respalda usted esta carga salvaje. ¿Acaso no tenemos los ciudadanos vascos derecho a reivindicar en la calle la situación de los derechos de los presos?». Tras constatar la nueva acometida de la Ertzaintza contra miles de ciudadanos, este movimiento subrayó que siente «auténtica vergüenza» ante la actuación del Gobierno de Lakua y el PNV, más aún cuando al mismo tiempo permanecen «ciegos, mudos y sordos» respecto a la «cruel situación» de los presos. En resumen, les acusa de «hacer contribuciones imprescindibles para el Estado de excepción que quieren imponer Zapatero y Rubalcaba».
En la nota, el movimiento pro-amnistía aprovecha además para censurar la actitud de «ciertos medios de comunicación que han escondido la cantidad de gente que se ha reunido en Donostia».
GARA