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Maite SOROA

La historia según «El Mundo» y «Abc»

Hay crónicas en la prensa española que llevan a pensar si no viviremos en el mundo al revés y lo que vemos y nos muestran las imágenes de televisión son espejismos. Me sucedió ayer al leer, por ejemplo, «El Mundo»y «Abc». Según el editorialista de Pedro J. Ramírez «los donostiarras no pudieron disfrutar en paz de la fiesta y tuvieron que convivir con los altercados protagonizados por los de siempre». No se referían, sin embargo, a la Ertzaintza sino «a los seguidores e la izquierda abertzale que utilizan el altavoz que proporciona la gran afición a esta competición de regatas para lograr un mayor eco para sus reivindicaciones«. Y ¿dónde está lo malo? ¿No es lícito buscar el mayor eco para las propias reclamaciones?

Pero lo que más le pica (comerá ajos) al editorialista es que «la rapidez con la que la ciudad recobró el pulso festivo, tras 90 minutos de incidentes y escaramuzas, no es más que un mal síntoma de la normalidad con que la sociedad vasca asume, por habituales, hechos inaceptables». Se le ha olvidado poner que los incidentes terminaron cuando se largó el último ertzaina. Y en «Abc» nos contaban otra película. No es de humor, pero podría: «La Policía Autónoma vasca se vio obligada ayer a reprimir con dureza una manifestación no autorizada en San Sebastián que había sido convocada por el llamado Movimiento Pro Amnistía, conformado por colectivos de familiares de presos de ETA y grupúsculos de proetarras, y que se convirtió en una trampa para un centenar de ertzainas, cuyas órdenes eran impedir la marcha». ¡Vaya con la trampa!

La versión que sigue es de las de antología: «De hecho, varios centenares de personas empezaron a desfilar por la parte peatonal del Boulevard donostiarra en sentido contrario al inicialmente anunciado por el Movimiento e iniciaron una batalla campal lanzando sillas y piedras contra los agentes. La Ertzaintza, que tuvo que emplearse a fondo, detuvo a cinco personas acusadas de desórdenes públicos». Este también olvida que entre el inicio de la marcha y el «lanzamiento de sillas» medió una brutal carga policial. Lo dicho: el mundo al revés.

 

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