Con el aval de haber hecho campeona a España en la Eurocopa -algo que muy pocos esperaban al comienzo del torneo-, llegó Luis Aragonés a tierras turcas para dirigir ese salto de calidad que les ha faltado a los equipos otomanos a la hora de despuntar en el viejo continente.

El Fenerbahçe, que el año pasado cayó en cuartos ante el Chelsea, fue su destino, pero desde entonces el club de Estambul no ha terminado de carburar. No lo ha hecho en la competición casera -dos partidos perdidos en tres jornadas disputadas- y ayer tampoco estuvo nada fino.

El de Hortaleza tendrá que sacar a flote toda la sabiduría que se le presupone para llevar a buen puerto a la nave turca, pero para empezar, deberá enmendar los numerosos errores que su escuadra cometió en defensa, deficiencias que también está manifestando en la liga turca. En apenas un cuarto de hora tiró por la borda el partido tras encajar dos goles de Lisandro y Lucho. De nada le sirvió que Güiza les devolviera al partido y trataran, al menos, de empatar en la segunda parte. El Oporto acabó por certificar una merecida victoria casera.

Un Lyon desconocido

Los mismos fallos en la retaguardia que a punto estuvieron de costarles muy caros al Lyon, un club que habitualmente comienza muy fuerte la Liga de Campeones, pero que este año parece verse afectado por su proceso de renovación y las importantes bajas que padece.

Hasta con un 0-2 consiguió ponerse por delante la Fiorentina gracias a dos dianas del killer denostado por el Milan, Alberto Gilardino. Pero un gol de Piquionne cuando un jugador italiano se encontraba tendido en el suelo -con la posterior trifulca entre ambos onces- y el acierto de Benzema a falta de cinco minutos para el final igualaron la contienda.