Hubo quien pensó que la carrera de Eddie Murphy iba a dar un giro cuando fue nominado al Óscar de Mejor Actor Secundario por su intervención en «Dreamgirls», donde hacía un papel serio que no ha tenido continuidad. Y no la ha tenido porque se empeña en volver a las andadas, al trabajar de nuevo en otra monumental tontería dirigida por Brian Robbins.

Con este mismo director ganó todos los premios Razzie de peor actor del año, por cada una de sus interpretaciones en «Norbit». Su afición al disfraz le jugó una mala pasada, y es que lleva demasiado tiempo intentando emular al genial cómico Jerry Lewis sin conseguirlo.

En «Atrapado en un pirado» hace menos papeles, pero su egolatría le lleva esta vez a asumir el rol de una nave extraterrestre hecha a imagen y semejanza de quien la pilota, que es él. Sobre el papel, esta comedia fantástica podía haber tenido posibilidades humorísticas, pero cada uno de sus gags y efectos visuales está puesto al servicio de la imagen del simpar Eddie Murphy, incapaz de encontrar nuevos registros gestuales a los ya de sobra conocidos. En consecuencia, el público sale de la sala cinematográfica con un considerable empacho de Eddie Murphy, que, a buen seguro, se colará en las pesadillas de los niños y niñas.