La tan esperada «Vicky Cristina Barcelona» de Woody Allen arrancó, desde el principio, más de una carcajada de un público que despidió la proyección con aplausos y sonrisas.

Como posteriormente dijo su director en la rueda de prensa, entre la película y el público ha habido «una conexión mágica». El por qué de tan buena acogida es, para Allen, indescifrable. Con sencillez y simpleza, afirmó que ha sido «un accidente, digamos afortunado».

«Estoy encantado de que a la gente le guste, pero no he hecho nada diferente. Por alguna razón ha conectado con todo el mundo. ¡Yo qué sé qué decir!», exclamó resignado. Hubo quien le preguntó si, al hacer esta cinta, se había sentido «rejuvenecido». Su respuesta fue obvia: «Sigo teniendo la misma edad. Soy igual de viejo y tengo la misma mala leche de siempre».

Allen atribuyó el éxito a «los actores y equipo tan maravilloso» y al «carisma» de Barcelona. «Necesitaba una ciudad romántica para rodar esta historia romántica. Barcelona tiene sensibilidad», manifestó. Si bien admitió que también podría haberla rodado en París o Venecia, dijo tener claro que la trama «no hubiera funcionado tan bien» si el escenario hubiera sido Nueva York o Londres.

«Buscaba un ciudad romántica, cosmopolita y cercana al Mediterráneo», explicó. Así, el arte de Gaudí y las calles de Barcelona, así como el paisaje de Oviedo, se convierten en testigos del giro que darán las vidas o, mejor dicho, los sentimientos de Vicky (Rebeca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson), dos amigas de vacaciones en la Ciudad Condal. El verano dará para mucho y los planes se irán complicando con la aparición de Juan Antonio (Javier Bardem) y María Elena (Penélope Cruz).

«Los personajes viven relaciones complejas, divertidas y placenteras de interpretar. Hacen del tópico una pirueta. Allen ha conseguido crear un escenario de estereotipos para destruirlos y ver lo que se esconde detrás», destacó Bardem, quien junto a Allen, acaparó la atención de decenas de cámaras y periodistas.

Entre pregunta y pregunta, se coló alguna más propia de la prensa rosa, aunque con un tono y estilo revestido de seriedad. La cuestión que tanto interesaba era si, «como se rumorea en medios estadounidenses», Johansson no participó en la presentación de la película en el Festival de Cannes o ayer en el Zinemaldia por sus malas relaciones con el resto del elenco.

«Todos adoramos a Scarlett. A título personal, me encanta trabajar con ella y lo haría una y otra vez», subrayó Allen. Para Rebeca Hall, simplemente, es «una basura decir que no está aquí porque nos llevemos mal». El tema quedó zanjado.

A Bardem, una vez más, le pidieron que aclarase las supuestas y polémicas declaraciones al «New York Times», rectificadas, por cierto, por la periodista que hizo la entrevista. «Es curioso el empeño de los medios por morder la carne y el poco interés en leer la aclaración de la periodista», lamentó. «Yo sigo mi camino, investigando, descubriendo y desarrollando mi oficio».

En ese «camino» cinematográfico, Allen adelantó su intención de comenzar el rodaje de su siguiente película el próximo verano. No quiso dar detalles pero, seguramente, dijo que será fuera de Estados Unidos.

En su agenda no está, desde luego, jubilarse. «¡No sabría qué otra cosa hacer! Vas a casa, te sientas, se te ocurre una idea y, de repente, tienes un escenario y una película. No me voy a quedar mirando por la ventana ni tampoco me voy a ir pasear. Aunque parezca mucho, hacer un proyecto al año no lo es tanto. Luego, un día te caes muerto y ya no haces más películas», comentó con humor.