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«Lo único que queríamos esta vez era dejarnos llevar sin concesiones»

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Iñaki Antón y Rope Iniesta | Guitarra solista y vocal y guitarra de Extremoduro

Pablo CABEZA | BILBO

Hace años que Extremoduro bajó el volumen de sus amplificadores. Su rock transgresivo, de estepa, se ha ocultado a miradas y curiosos en el último lustro, tiempo en el que formaciones inspiradas en su sonoridad han alcanzado el éxito: La Fuga, Marea, Estopa, Melendi, Forraje... Ahora, tras el sueñecito de varios estíos, regresan quebrando normas, sin reiterarse, despeinados y creando, de paso, un disco conceptual epopéyico y vital, y bien lejos de los mandamientos del negocio.

«La ley innata» es el título del regreso de Extremoduro, a seis años de aquel «Yo, minoría absoluta». Una única canción de inspirada e hipnótica cabalgada que se alimenta por la presión rítmica de Cantera y Colino más la guitarra solista de Iñaki Antón (ex Platero y Tú) y los textos y guitarra de Robe. Textos personales en los que puedes hallar preguntas como: «Necesito saber. Dime tu nombre, de dónde sale sol y de qué se esconde» o situaciones grises descritas con la envoltura de una poesía: «No hay nada en el espejo y persigo mis reflejos, igual que en los sueños. De andar desorientado, voy cayendo en picado; es igual que un mal sueño. La vida es roja si te vas y me derrota igual que en los sueños. Y olvido y no sé qué hacer; no dejo de correr, como en sueños. Te estaba dando un beso y mis labios no eran esos, igual que un mal sueño...».

Para «La ley innata», compuesto en formato básico de rock, se han ido añadiendo arreglos según lo pedía cada momento. Es por ello que cuenta con numerosos invitados, desde la cuerda de Ara Malikian a vientos, pianos y coros, así hasta superar la docena de músicos; unos por amistad y clase, otros llegados por sana recomendación.

Mantener la coherencia musical de un álbum conceptual, de línea continua, puede ser una locura, ¿qué ha sido lo más complejo, la más arduo?

Iñaki: La prepoducción, sin duda. Tenerlo todo bien atado antes de comenzar la grabación. Cuidar la coherencia, las velocidades, la estructura, el equilibrio... Es diez veces más difícil, desde luego, que el trabajo con canciones de cuatro minutos. Si tocas algo en el minuto 17, por ejemplo, se te puede desequilibrar todo un tema de treintaitantos. Hay que currar con mucho cariño y mucho cuidado.

Casi estamos ante un disco conceptual sinfónico/progre de los setenta. ¿Les ha influido esa época? ¿Se paró el reloj de la modernidad?

I.: No lo creo. Si ha sido así, tal vez lo habrá sido de una manera totalmente inconsciente. Lo único que queríamos esta vez era dejarnos llevar sin concesiones. Queríamos disfrutar creando. Y este ha sido el resultado.

¿Es posible repetir el álbum en directo?

I.: Al crear un disco, nos dejamos llevar. Cualquier cosa que sea buena para la canción, la añadimos. Es un proceso de creación pura. Cualquier sonido que te imagines, vale. El directo es siempre una interpretación de ese trabajo, la interpretación que hacemos seis músicos. No se trata de poner el disco, se trata de tocarlo los que somos, bajo los diferentes ambientes que surgen en los conciertos.

¿Haber tardado tanto tiempo en grabar de nuevo se debe a pereza, falta de motivación...?

I.: Robe no escribe si no está convencido de lo que hace. Utiliza muchísimo la papelera. Ha tenido una larga época en la que lo que hacía no le parecía suficientemente bueno para el listón que él mismo se pone. Ha llegado a desesperarse, pero ha sido fiel a sus convicciones. Hasta que no ha tenido cosas que le convencieran, se ha negado a grabar.

¿Hay muchas guitarras en el disco, cuáles son sus momentos preferidos?

I.: En «La intro», en «La coda», en "Lo de afuera»... En muchos momentos. Aunque para mí, la guitarra es sólo un instrumento más.

Usted escribirá muchos textos, ¿cuándo pasan a ser canción o por qué unos pasan y otros no?

Robe: No escribo las letras por separado. Hago la música y la letra al mismo tiempo, porque una misma letra con distintas músicas cambia de significado, de intención y de todo. Cada melodía sugiere cosas distintas. Lo difícil es hacer coincidir lo que dice la letra con lo que dice la música. Hago canciones que luego desecho, pero no sé porqué unas me gustan y otras no. Además, si las toco y, después de un tiempo, me dejan de poner los pelos de punta, paso de ellas.

Lleva ya casi una década viviendo en Bizkaia. ¿Se ha acostumbrado a que el sol llegue tamizado?

R.: Sí, hace ya nueve años que estoy aquí y vivo muy a gusto y muy feliz con la gente; pero al clima no acabo de acostumbrarme. Me hace falta un poco más de sol.

¿Qué es lo que más le inspira, qué momentos son los preferidos o que situación se requiere...?

R.: Ojalá supiera qué es lo que me inspira, así no me pasaría tanto tiempo intentando componer. Cuando llega la inspiración, no entiendes por qué te costaba tanto trabajo. Y cuando no puedes componer, no entiendes por qué cuando componías, te costaba tan poco.

Eso de: «Hice un barquito de papel para irte a ver. Se hundió por culpa del rocío...». ¿Dónde le pilló la inspiración?

R.: Es un trozo de una canción infantil que me cantó la hija de unos amigos. Se llama Alba y tenía entonces tres años. La letra no es igual, pero es que la jodía se la inventaba. Luego, yo acabé transformándola. No es la primera vez que un niño pequeño me sugiere una letra.

Ha bajado el tono o la escala vocal, ¿se ha sosegado su vida, sus iras...?

R.: Mi vida sí se ha sosegado, pero mis iras, no. Lo de bajar el tono es cuestión de atreverse a hacer cosas nuevas, para intentar darle a cada melodía y a cada letra el aire que merece.

¿No le gustan los estribillos al uso?

R.: No me gusta nada al uso.

 

«Es inevitable dar un repaso al repertorio»

¿La idea de la cuerda es un arreglo que veis desde el inicio o llega después de la conclusión rock de la canción?

I.: Desde que empezó a tomar forma la canción, quisimos crear libremente. Sólo pensábamos en lo que oíamos, de manera que los arreglos de cuerda y de otros instrumentos atípicos en nuestro rock fueron surgiendo como forma de hallar sonoridades a la par que crecía la canción.

¿Por qué es tan importante la masterización de un disco?

I.: Un disco siempre se trabaja en varios cortes, generalmente en diez o doce canciones. En el resultado final, puede ocurrir que tengan matices y volúmenes diferentes. La principal función de la masterización es igualar volúmenes y hacer que todas las canciones del disco tengan un carácter coherente como unidad. Es un pulido final, y lo normal es hacerla en un solo día.

¿Qué repertorio llevan, una buena mezcla de épocas? ¿Habrá algún día un concierto pequeño sólo para «La Ley innata»?

I.: No lo veo probable. Es inevitable dar un repaso a la historia en los directos, aunque nunca se sabe...

P. C.

Ficha

Fecha: Mañana, día 20.

Lugar: Plaza de Toros de Bilbo.

Hora:

Apertura puertas, 20.00 h. Banda invitada: Calaña, 21.00 h., y Extremoduro, 22.00 h.

Precio: 22/26 euros.

Anticipada: Cajeros BBK y 944 31.03.10. Power, Fnac...

creación

«Robe ha tenido una larga época en la que lo que hacía no le parecía lo suficientemente bueno para el listón que él mismo se pone»

MÁS SOL

«Hace ya nueve años que estoy aquí y vivo muy a gusto y muy feliz; pero al clima no acabo de acostumbrarme. Me hace falta un poco más de sol»

 
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