GARA > Idatzia > Iritzia > Hemeroteka

Alberto Montero Soler 2008/9/19

Que se pare el libre mercado que los empresarios se bajan

Rebelión

A estas alturas todo el mundo sabe que estamos inmersos -aunque aún se desconoce el grado concreto de profundidad- en una crisis económica de difícil parangón en la historia económica reciente.

(...) Así, nos hemos encontrado con que el presidente de la Confederación [española] de Organizaciones Empresariales (CEOE) ha declarado que sería bueno hacer «un paréntesis en el libre mercado» para atajar la crisis. Esto es, el presidente de la organización económica que con mayor virulencia ha defendido la necesidad de llevar el libre mercado hasta sus últimas consecuencias; de liberalizar y privatizar toda actividad pública que, explotada en manos privadas, sea susceptible de generar beneficios; o de desregular y liberalizar los mercados de trabajo, ahora, cuando le ve las orejas al lobo, invoca el intervencionismo estatal.

¿Por qué no invocó la intervención pública en los tiempos de las vacas gordas? ¿Por qué no reivindicó la naturaleza imperfecta de los mercados y la necesidad de la intervención pública cuando las empresas experimentaban, año tras año, tasas de beneficio crecientes? Si tan perfecto era el sistema de mercado para canalizar las rentas hacia el excedente empresarial, ¿por qué ha dejado de serlo en estos momentos de reajuste?

Si se asume y se defiende la perfección del libre mercado -si es que tal cosa existiera, que ésa es otra- como mecanismo para la asignación y distribución de las rentas y los recursos, ahora toca asumir que esa misma perfección no hará sino facilitar el retorno de los mercados a una situación de equilibrio que, necesariamente, implicará dolorosos reajustes, que alguien deberá soportar esos costes y que, consecuentemente, lo más justo es que sean quienes más se han beneficiado de él los que en mayor medida soporten dicha carga.

Lo que no se puede hacer, lo que constituye una inmoralidad, es defender el mercado cuando, a través de su manipulación, redistribuye una parte creciente del ingreso nacional hacia los beneficios y, cuando éstos caen, plantear que el sistema tiene fallos y que es necesario recurrir a criterios de regulación diferentes y, en la medida de lo posible, instar al Estado a que asuma el coste del reajuste.

Lo que es inmoral es que cuando el sistema de mercado genera beneficios para unos pocos éstos sean apropiados privadamente y aquél defendido por sus virtudes; mientras que, cuando la crisis lo pone en cuestión y aparecen las pérdidas, se pase a reclamar el papel intervencionista del Estado y la socialización de las pérdidas. (...)

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo