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Naroa Iturri Miembro de Askapena

Barbarie en Oriente

Se puede entender que ciertos grupos estén molestos por algunas medidas del gobierno, pero nada justifica las referidas actitudes virulentas que hacen peligrar la unidad nacional. Hay quien desea que el gobierno use los mecanismos que la ley le faculta para sofocar a los insubordinados y luego, acusarlo de sanguinario y dictatorial

En la parte Oriental de Bolivia, más allá de las imponentes montañas y de los ubérrimos valles de la zona occidental, se encuentran las tórridas tierras de Pando, Beni y Santa Cruz. Estas, como tres esmeraldas, dan belleza al país, por su exuberancia. Gente franca, enérgica y patriota habita estas tierras, gente de gran dinamismo y con exquisita practi- cidad, que complementa a la mentalidad cerebral y austera de gran parte de los habitantes del Occidente del país.

Nuestra Bolivia es una tierra pródiga, con notables culturas milenarias, enriquecidas por otras visiones de país. Bolivia es un crisol de culturas. El Gobierno ha dado un importante paso para enaltecer y valorar a las culturas nativas; algo que la historia reconocerá.

Deseamos colocar en relieve rasgos de la auténtica personalidad del compatriota oriental y contrastarla con ciertos actos denigrantes y de barbarie que en aquellas tierras tuvieron lugar. Hechos recientes que enturbian la imagen de ese Oriente que produjo un Germán Busch y una pléyade de músicos, poetas e historiadores que honraron y siguen honrando a su tierra y al alma nacional. Son actos que desconciertan y provocan una honda tristeza en los bolivianos.

¿Cómo comprender lo sucedido meses atrás, cuando el Comandante de la Policía de Santa Cruz fue despiadadamente golpeado en aquella ciudad?

¿Cómo es posible que en Trinidad arremetan utilizando armas de fuego para disparar a la vagoneta del ministro Juan Ramón de la Quintana?

¿Cómo entender que la delegada presidencial en el Departamento de Santa Cruz, Gabriela Montaño, sea brutalmente golpeada por una turba irreflexiva?

¿Cómo concebir que el delegado presidencial del Beni, Palmiro Soria, sea intimidado por el prefecto de Beni (Sr. Suárez) y por el presidente del Comité Cívico de Trinidad (Sr. Melgar), al punto de tener que públicamente expresar que teme por su vida?

¿Cómo comprender que en Cobija miembros del Comité Cívico y de la Prefectura de Pando irrumpan y saqueen, armados con palos y bates, seis entidades públicas?

¿Cómo comprender que matones de la Unión Juvenil Cruceñista golpeen sin conmiseración, aplicando calificativos como el de «raza maldita», a un grupo de adherentes al MAS y a mujeres de pollera, que deseaban entrar a la plaza principal de Santa Cruz? ¿Cómo tolerar que miembros de la misma agrupación recientemente atacaran la casa del diputado Alejandro Colanzi y golpearan al dirigente de la COD (Central Obrera departamental) cruceña, Lucio Vedia, así como también maltrataron al ejecutivo de los campesinos de Bolivia, Isaac Ávalos?

Y aún más reciente, tras la llegada de Branco Marincovic desde los Estados Unidos, se desata una movilización vandálica. ¿Habrán sido órdenes de desde Washington para crear un ambiente de inestabilidad en esta región? ¿Tal vez el objetivo es la provocación al Gobierno, para que este tome medidas de represalia, para luego declarar que es un Gobierno dictador, autoritario y sanguinario y que está contra su propio pueblo?

¿Cómo poder tolerar la toma «pacífica» de instituciones estatales, tales como INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria), Impuestos, Entel, y ENTB (Empresa Nacional de Televisión Boliviana)? Acaso no se dan cuenta de que esos recintos nos pertenecen a todos los bolivianos? No fueron más que grupos anteriormente mencionados (UJC, Unión Juvenil Cruce- ñista, y la FUL, Federación Universitaria Local), que más allá de los destrozos de los ambientes, saquearon sin ton ni son cosas de gran valor; un robo indiscriminado que saca a relucir el vandalismo y la delincuencia de estos grupos. ¿Cómo concebir la paliza a un conscripto del ejército desarmado, rodeado de numerosos malhechores?

¿Y lo suscitado en Pando? Tener que lamentar muertes ha rebasado todo límite, por la violencia desatada por seguidores de la Prefectura de Pando y Comités Cívicos, ya es el colmo.

Se puede entender que ciertos grupos estén molestos por algunas medidas del gobierno, pero nada justifica las referidas actitudes virulentas que hacen peligrar la unidad nacional. Hay quien desea que el gobierno use los mecanismos que la ley le faculta para sofocar a los insubordinados y luego, acusarlo de sanguinario y dictatorial.

Se puede percibir la desesperación de de estos grupos fascistas, tales como CONALDE, Consejo Nacional Democrático, al ver cómo el poder se esfuma de entre sus manos, como si fuera humo. Se perciben discursos agresivos y de confrontación y medidas completamente radicales y a mi parecer bastante desacertadas. ¿Será este el fin de la oligarquía en Bolivia?

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