La nacionalización financiera sólo beneficia a los especuladores
La crisis financiera ha puesto en jaque al sistema capitalista, sin embargo las administraciones públicas y los bancos centrales, una vez más, han salido en defensa de los especuladores financieros. Algunos bancos de inversión se han nacionalizado, otros se han vendido a la baja, desde Northern Rock, Bear Sterns, NetBank, Fannie Mae y Freddie Mac hasta Lerhman Brothers, Merrill Lynch, HBOS y AIG.
Juanjo BASTERRA |
La crisis financiera no ha pasado. Todavía se desconocen sus consecuencias finales, aunque ha hecho aflorar con virulencia la crisis del capitalismo y de las políticas neoliberales que promulga. «Las consecuencias para algunas instituciones financieras están por llegar. Tenemos que prever que en las próximas semanas y meses haya otras instituciones financieras con problemas». Así de contundente se expresó el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn.
Las administraciones públicas están interviniendo desde el corazón del capitalismo en Estados Unidos para frenar esa bancarrota en cadena que ha sobresaltado a las principales entidades financieras mundiales. Se está produciendo una nacionalización de estas entidades financieras, lo que significa que el sector público está siendo el escudo frente a esa crisis sin precedentes. Ayer mismo explicaron desde Estados Unidos que se van a utilizar entre 351.000 y 562.000 millones de euros para sacar los activos relacionados con malas hipotecas de los registros de las firmas financieras del país para evitar que caigan más piezas del dominó del capitalismo mundial, según fuentes de la industria bancaria citadas por la agencia Reuters.
Dinero de todos
Dinero de todos, para salvar a unos pocos especuladores insaciables, que durante los tres últimos quinquenios han logrado enormes beneficios económicos que no exponen en épocas de crisis. Los datos indican que el rescate de compañías en Estados Unidos por parte de la Reserva Federal (Fed) ha costado ya un total de 217.000 millones de euros.
Estas operaciones de salvación de los capitalistas perjudicarán el gasto social y provocará que haya menor presupuesto disponible para atender a quienes menos tienen. Porque a la crisis se está uniendo el incremento de la inflación y los problemas de aumento del paro, lo que hace que muchas personas estén teniendo problemas para afrontar con una cierta dignidad su vida diaria. Sin embargo, las administraciones públicas enseguida se ponen de parte de los grandes especuladores para reflotar sus negocios.
Así se produjo en Gran Bretaña con el rescate de Northern Rock y en Estados Unidos con Fannie Mae, Freddie Mac, etc. En el Estado español, el Gobierno del PSOE ha puesto encima de la mesa 3.000 millones a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO), pero se trabaja con la idea de crear un fondo amplio que acuda al rescate de cualquiera de las entidades financieras o promotoras inmobiliarias, porque, al igual que ocurrió hace ya más de dieciocho meses en Estados Unidos, la morosidad e impagos de préstamos está creciendo y está comenzando a ser «preocupante», como así lo define el Banco de España.
Todas estas operaciones de nacionalización en cascada tienen como fin el rescate del sistema capitalista, hundido en sus propias raíces por la «avaricia» de sus actores principales, como explicó hace unos días el Comisario europeo de Economía, Joaquín Almunia. El presidente de la CEOE reclamó «un paréntesis» en el libre mercado para poder poner el contador a cero, de nuevo, dado que se desconoce la profundidad de este «agujero» del sistema capitalista, que comenzó en agosto de 2007. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, a este respecto señaló en un artículo publicado en «The Guardian» bajo el título «El fruto de la hipocresía» que «la falta de honradez en el sector de las finanzas nos arrastró aquí».
Los bancos centrales han puesto en circulación más de 200.000 millones durante esta semana y la Administración estadounidense, presidida por George Bush, anunció un fondo económico de «cientos de miles de millones» para salvar a cualquier grupo financiero con problemas.
En Estados Unidos hay en este momento 200 entidades financieras que tienen el futuro comprometido por el efecto de la crisis de las hipotecas de alto riesgo. Según la Universidad de Pensylvania el coste de esa bancarrota supondría casi 900.000 millones de euros de pérdidas. Hasta la fecha han intervenido en doce entidades financieras. De ellas, destacan el cierre de veintiocho sucursales del National Bank of Nevada y First Heritage Bank, a finales de julio, .
Uno tras otro
Dos semanas antes fue en IndyMac Bank. En el banco de inversiones Bear Stearns, en marzo, que fue adquirido por el consorcio bancario JP Morgan Chase, con la intermediación de la Reserva Federal estadounidense. En setiembre, fueron los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac los nacionalizados, ya que controlan casi la mitad de los préstamos hipotecarios de la economía estadounidense. Después cayó American International Group (AIG), la mayor aseguradora del mundo, que estuvo al borde la quiebra y fue nacionalizada.
Esta semana le ha tocado Lerhman Brothers que ha dejado un «agujero» inmenso a nivel mundial, de los que, al menos, 1.300 millones son de inversores del Estado español, además de una pérdida patrimonial en bolsa de 8.000 millones el pasado lunes, aunque algo se ha recuperado al final de semana. Barclays ha comprado una parte del negocio de la compañía quebrada. Bank Of America intervino en Merril Lynch para evitar su descalabro. Mientras que Morgan Stanley ha buscado las garantías uniéndose al grupo Wachovia. También este problema se ha extendido a Gran Bretaña en el Halifax Bank of Scotland (HBOS), que está tocado y que fue comprado por el banco británico Lloyds TSB. Otros grupos como UBS, Crédit Suisse, Caja Navarra, Caja Rural, Banco Popular, BBVA, Banca March, BNP Paribas anunciaron que cuentan con «fondos expuestos a la crisis subprime».
Fondo de salvación europeo
Ninguna entidad está inmunizada a esta crisis, según explican los expertos. Por lo que la medida adoptada en Estados Unidos de crear un «fondo anticrisis» con la garantía del sector público se estudia también en el seno del Banco Central Europeo (BCE). Se trabaja con la idea de crear un fondo económico de «salvación» para evitar que las entidades financieras y promotoras inmobiliarias caigan en la bancarrota, como ocurre en Estados Unidos.
Quienes hasta la fecha han aireado a los cuatro vientos que el mercado es el que debe encargarse de situar a cada uno en su sitio y que, por lo tanto, el sistema público no debe intervenir para no desvirtuar la competencia, son en este momento quienes más reclaman la participación de la administración.
Llama la atención que se censuren operaciones de nacionalización en América Latina y, sin embargo, se acojan con enorme alborozo la inyección pública para hacer frente a esa crisis.
El problema se encuentra en que, al final, los ricos seguirán siendo más ricos. Los gobiernos y los bancos centrales están beneficiando a los especuladores y estos se sienten respaldados para un futuro inmediato, porque todos los analistas están reconociendo que una vez que pase esta «tormenta financiera» las cosas serán como antes, aunque desde la Unión Europea se pide una mayor regulación y control de estos fondos especulativos del mercado financiero.
Esta crisis ha provocado una reconfiguración del ránking de los veinte bancos a nivel mundial, según la agencia Reuters. Las compras, intervenciones y fusiones por absorción han cambiado el escenario. Así, el gigante chino Industrial & Commercial Bank of China continúa en la primera posición a nivel mundial con 206.000 millones de dólares de capitalización. El Bank of American-Merril Lynch con 198.000 millones pasará a ocupar la segunda posición. En tercer lugar se encuentra el Hong Kong Shangai Bank Company (HSBC) con 191.000 millones; el China Construcción Bank llega a los 168.000 millones y el JP Morgan Chase, se sitúa en 141.000 millones, aunque esta entidad financiera podría ascender puesto que se encuentra en una operación de fusión con el Wachovia y otros bancos.
Por detrás se encuentran el Bank of China, con 123.000 millones; Wells Fargo, 113.000 millones; seguido del grupo Santander con 101.000 millones; Citigroup, 98.000 millones; Mitsubishi UFJ, 87.000 millones; BNP Paribas, 84.000 millones; UniCredit, 71.000 millones; Royal bank of Scotland, 69.000 millones; Intesa Sao Paolo, 66.000 millones y Royal Bank of Canada, 62.000 millones.
Entre los último cinco se encuentra el de origen vasco BBVA con una capitalización de 62.000 millones; UBS, con 61.000 millones; US Bancorp, 59.000 millones; Société Générale, con 55.000 millones; y Crédit Suisse, cierra la lista de los veinte con un volumen de 52.000 millones.
Si a las nacionalizaciones, las intervenciones y las inyecciones de liquidez al mercado financiero sumamos que los más ricos pagan cada vez menos impuestos, tenemos un cóctel que muestra la enorme desigualdad social y un elevado desequilibrio económico.
Así, un informe de mediados de setiembre de la consultora KPMG pone de manifiesto que «los tipos de gravamen en los impuestos sobre sociedades no aumentan por primera vez en 14 años» en 106 países estudiados, entre ellos el Estado español, Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa. «Los tipos del Impuesto de Sociedades han venido bajando durante el año pasado, a la vez que los gobiernos de todo el mundo refuerzan los impuestos indirectos sobre bienes y servicios para compensar el descenso de ingresos resultante en las arcas públicas».
En este sentido, el economista Vicenç Navarro reconoce que medidas como exigen los empresarios de «apretarse el cinturón» o de «reducción de impuestos a los empresarios» son contrarias a la reactivación del consumo y la actividad para dejar atrás la crisis. Navarro culpa a las políticas neoliberales de la actual «situación de desigualdad social existente».
Para él, la solución a la crisis pasa por «la expansión de la demanda», pero no se conseguirá «si no se revierten las políticas fiscales regresivas que se han aprobado en los últimos años» que permiten que quienes más tienen cada vez paguen menos, mientras que los que tienen menos cada vez tienen que cotizar más. Para él, eliminar el 20% del fraude fiscal permitiría obtener una fuente de financiación para impulsar políticas sociales.