De la polivisión a la macrovisión
«Tiro en la cabeza»
Mikel INSAUSTI
Rosales reflejaba en “Las horas del día” la rutina de una persona corriente, pero que, además de hacer las mismas cosas que sus vecinos, cometía crímenes que le convertían en un psicópata. El efecto era devastador, porque la cotidianidad se vuelve insoportable cuando la violencia entra a formar parte del acontecer diario. Esa sensación de rechazo aumenta con el filme “Tiro en la cabeza”, hasta el punto de que la sola idea de que el cineasta pudiera retratar a un miembro de ETA dentro de la normalidad social ha despertado airadas reacciones, incluso antes del estreno en el Festival de Donostia.
El incidente de Capbreton no fue premeditado y se presta al seguimiento que hace Rosales del principal implicado, puesto que la acción violenta que acaba protagonizando va precedida de una serie de casualidades que culminan con el encuentro fortuito con los dos guardias civiles de paisano. Rosales lo observa todo con un interés antropológico, como el entomólogo que estudia a los insectos utilizando la macrofotografía.
Se podría decir que Rosales ha pasado de la polivisión de “La soledad” a la macrovisión, sistema que le permite acercarse a los sujetos físicos a observar mediante potentes teleobjetivos, un poco a la manera de los programas televisivos con cámara oculta. La diferencia está en que no hay trampa y nadie lleva un micrófono pegado en alguna parte, por lo que sólo se escucha el sonido ambiente.
El experimento visual recupera la esencia del cine mudo en estado puro, además de servir como metáfora sobre lo poco que aportan ya las agotadas discusiones y tertulias sobre el conflicto, a sabiendas de que una imagen potente vale más que mil palabras inútiles. El recurso técnico de Rosales recuerda en los momentos más tensos a las coreografías de acción de Paul Greengrass, salvo porque el último ganador del Goya no sabría integrarlo en el cine de género para el gran público. Sin quererlo es un provocador nato, un genio destinado a la incomprensión general y al disfrute de unos pocos visionarios.