Ibarretxe, ¿candidato para hacer qué?
Iñigo Urkullu anunció ayer que el EBB propondrá a Juan José Ibarretxe para su reelección como lehendakari. Despejó así una incógnita, la de cuál será el cartel electoral, pero abrió otras aún más importantes, cómo cuál será el programa de actuación (no decimos la propaganda electoral) en la próxima legislatura. Ibarretxe es hombre de piñón fijo, como demostró en su discurso de ayer, y su deseo será el de volver a la fórmula y la práctica del tripartito, buscando alguna reformulación de lo ya planteado -nuevo Estatuto político y Ley de Consulta- y fracasado, no sólo por la oposición y la imposición del Estado, sino también por la desafección de amplias capas de su propio partido. ¿Quiere el PNV de verdad reeditar la estrategia de los últimos ocho años? Hay indicios que invitan a pensar que no, pero quizá en estos momentos no tenga otro remedio.
Apostar por Ibarretxe tiene un coste. El lehendakari repitió ayer una y otra vez que el PSOE no es de fiar ni en el terreno democrático -porque impide el derecho a opinar y prefiere hablar con ETA que con él- ni en el terreno económico -porque primero ocultó la crisis y ahora se le han agotado las ideas y el dinero, y sólo le quedan ocurrencias-. Con estas premisas, en el futuro más inmediato no sería entendible un pacto presupuestario con quien lo hace todo mal y con maldad. Más aún cuando a falta de nuevos conejos para sacar de la chistera, se ve que la campaña del PNV se va a centrar de nuevo, como en 2001, en intentar asustar al electorado abertzale augurando el fin de las bases de autogobierno en caso de una victoria de Patxi López, a quien ya han casado con Antonio Basagoiti.
La apuesta del PNV tiene además un problema matemático. Aunque EA acceda a la coalición y si a la izquierda abertzale se le prohíbe presentarse, Juan José Ibarretxe se verá obligado a sumar la mayoría absoluta con los pocos escaños que cabe augurar a EB. Y eso no será nada fácil. Ya no es 2001, ni López es Mayor Oreja, ni Ibarretxe es un candidato casi virgen. Dos veces se ha topado con Madrid y ninguna de las dos le ha plantado cara. Entonces, aunque gane, al PNV quizá sólo le quede gobernar con el PSE. ¿Estará dipuesto Ibarretxe a eso? Probablemente no. Y sólo quedará sustituirlo.