Jesus Valencia Educador Social
El futuro está en la independencia
Si no perdonan a jubilados que reclaman la independencia entre achaques prostáticos ¿cómo van a conceder margen de maniobra al sector más pujante de nuestro pueblo? Son la expresión más elocuente de que el sistema ha fracasado
Mientras las hogueras de San Juan anunciaban el comienzo del verano, los jóvenes independentistas vascos presentaban la campaña de sensibilización a la que se iban a dedicar durante estos meses: «Herri bat piztera goaz. Etorkizuna independentzia» (Vamos a dinamizar a nuestro pueblo. El futuro está en la independencia).
Concluye el verano y su crónica confirma que la juventud independentista ha cumplido. Numerosas han sido las iniciativas sociales y políticas en las que han participado como agentes insustituibles. Constatamos a diario su capacidad creadora, abnegación, fuerza de convocatoria, disciplina -un tanto espartana a veces- (¿cómo olvidar el Gazte Topagune de Lezo celebrado contra viento y granizadas?). Por lo que se refiere a la campaña estival a la que hago referencia, «piztera goaz...», ha tenido una variopinta presencia en diversos escenarios. Hace unos meses visitó Euskal Herria Moira Millan, dirigente mapuche a la que impresionó el dinamismo de nuestra juventud aun en tiempos de represión rigurosa. «Los jóvenes tienen fuerza y no se dejan callar, gritan consignas en euskera, denuncian en su música la represión, toman las calles reclamando liberación, marchan, crean, aman, interpelan y proponen, las y los jóvenes euskaldunes son compromiso y pasión».
Tanta energía no puede menos de impactar también a nuestros opresores: si nuevos contingentes se incorporan al movimiento soberanista, no les quedará más remedio que negociar alguna salida al conflicto. He ahí la razón por la que la juventud organizada está en el punto de mira del imperialismo franco-español. Con regularidad que ha devenido cíclica, desatan sucesivas razias contra la juventud más comprometida: Nafarroa Beherea, Donostia, Gasteiz, Burlata, Uribe Kosta, Oarsoaldea, Iruñerria... ¡Son ya tantos los ataques y tan reiterados sus pretextos...! No es la kale borroka lo que les preocupa sino la herri eraikuntza. Una juventud que demuestra hoy capacidad para organizarse bien podría mañana organizar a su pueblo; la construcción nacional es un hecho en cada una de las parcelas ganadas al centralismo. Es lógico -desde su lógica dominadora- que agredan con furia a esta muchachada. Si no perdonan a jubilados que reclaman la independencia entre achaques prostáticos, ¿cómo van a conceder margen de maniobra al sector más pujante de nuestro pueblo? Son la expresión más elocuente de que el sistema ha fracasado: ni la enseñanza domesticadora, ni los medios manipulados ni la represión intimidatoria han conseguido asimilarlos.
Tras la razia de Oarsoaldea declaraba un joven: «reiteramos una vez más que no han conseguido ni conseguirán disuadirnos». Josu Muguruza, conocedor cercano de la represión imperialista, ya lo intuía desde la cárcel en 1987: «Tenemos un enorme caudal que no deja de parir fuerza, resistencia y ganas. Si en estas condiciones de dureza estamos siendo capaces de vivir, de buscar alegría, de gustar, de estar seguros de nosotros mismos, de no perder el norte, seguir amando y al mismo tiempo luchando, ¿cómo no vamos a ganar?».