Jesús Lezaun Sacerdote
En el fondo, un total fracaso del PSOE
Allá ellos en España si creen que disfrutan de una democracia verdadera, pero para nosotros los vascos se trata de una dictadura como no nos podíamos ni imaginar
Creíamos, ingenuos, que con Stalin se acababa el sistema socialista, represor y dictatorial, y que nos acercábamos a la esencia misma del socialismo libertario y democrático para ciudadanos y pueblos. Pero no ha sido así. El sistema franquista había inoculado en muchos españoles su negro veneno y sus insanos principios, su sañuda represión hasta extremos insospechados. La verdad es que no nos creíamos la boutade del sádico Franco de que todo quedaba «atado y bien atado». ¡Y vaya si lo estaba! No sólo ya en un partido de pura herencia franquista, sino en uno que navega a la deriva y se llama socialista, pero que ha perdido su recio espíritu socialista y alardea de un nefasto espíritu españolista y dictatorial. Socialista de los múltiples crímenes políticos de estado, producidos con profusión y con crueldad desatada.
Estamos no ya en una frágil democracia, sino en un sañudo estalinismo, so capa de una engañosa y falaz democracia regida actualmente por un socialismo falso y mendaz, sólo de nombre. Allá ellos en España si creen que disfrutan de una democracia verdadera, pero para nosotros los vascos se trata de una dictadura como no nos podíamos ni imaginar. Baste señalar alguno de los crímenes políticos que comete casi a diario el Estado español de la mano de un fatuo llamado socialista con la cruel complacencia de demasiados vascos, dirigentes, que no las nobles y engañadas masas del PNV. La degradación del PSOE viene desde los tiempos del GAL de Felipe González. Nadie puede creer de buena fe en el socialismo español.
Habíamos dicho que íbamos a recordar algunos de sus crímenes políticos de estado. El primero el ingente número de presos políticos con su mortífera política penitenciaria y carcelaria, con sus infames maniobras para colar en la opinión pública su cadena perpetua de facto. Hay quien clama ya en esta pútrida España por la pena de muerte, y ribetea sus peticiones con actitudes católicas, que no cristianas. Heridos de muerte, con dolencias incurables, los innombrables humanistas del PSOE los mantienen con pleno sadismo en las cárceles. Pero a mí, digo la verdad, lo que más me encorajina son los juicios monstruosos que montan con el más inmundo sistema jurídico. ¿Pero es que no hay en el mundo, en la opulenta Europa, nadie que rechace esa infamia por pura dignidad? No voy a invocar la frase de la escritura de que «si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos», porque se van a carcajear ante mis narices esos togados orgullosos como buenos católicos, que no cristianos, a no dudarlo. Jesús de Nazaret hilaba más fino que sus zarrapastrosos juristas de horca y cuchillo. No entiendo, lo confieso sin ambages, cómo los obispos católicos, teórica guardia de la fe y las costumbres del maestro, no claman contra esas fachendas, porque todo eso sí que vicia las conciencias colectivas de nuestra gente y corroe los principios cívicos de un estado y de su comunidad. ¿No recuerdan, quizá, que Jesús dijo «no juzguéis y no seréis juzgados» y el hecho de que la libertad de los presos es una de las señales mesiánicas de primera magnitud que dijo Jesús en persona? ¿Cuándo se les va a oír a los obispos una palabra siquiera sobre este tema vertebral?
¿Y qué decir de la multitudinaria prohibición de partidos políticos que anula y hace imposible el voto de miles y miles de ciudadanos vascos? Pensar que yo, por ejemplo, ciudadano pacifista y antiviolento, no he podido votar válidamente en muchas votaciones políticas. Bien que no me duele demasiado porque no me siento español, y cada día veo con satisfacción que nuestra gente se aleja más y más de la España cañí e imperialista y se siente ajena a sus problemas. No tenemos más patria que Euskal Herria y más amores que nuestro pueblo, por el cual estamos dispuestos a ayudarle con toda nuestra alma.
Iba a decir que cada día me siento menos dolido de esas fechorías del PSOE y del PP por no sentirme español, y más alejado de sus España imperial y cruel, sin sentido alguno de la democracia y del honor. Cierto que detesto las acciones de hace unos días, como detesto las ilegalizaciones y la represión del Estado y del PSOE, verdaderos crímenes políticos.
Tres ilegalizaciones en tres días es todo un récord que ni Stalin superaría. Lo siento por los socialistas, por su masa, por la vergüenza que van a pasar, por el ridículo que les obligan a hacer, por la traición de sus jefes, por la asimilación a los franquistas, por la inútil e infructuosa lucha histórica que termina en plena traición y asimilación a la más degradada derecha, porque les han robado la España democrática y socialista con que soñaron y por la cual murieron muchos. El que pierde es el socialismo. No les queda a los socialistas más que pedir responsabilidades severas a quienes así los han maltratado. Nosotros resistiremos a la traición que nos han hecho con ANV, porque el pueblo vasco tiene orgullo suficiente para superar las más severas catástrofes infligidas por políticos con alma de traidores.