El delicado equilibrio de David Cameron
Tras los Estados Unidos, Gran Bretaña es el país que con mayor violencia está sufriendo los rigores de la crisis en los mercados financieros, y esta realidad dibujó ayer buena parte de los parámetros en los que se movió el congreso del Partido Conservador en la ciudad inglesa de Birmingham. En ese difícil contexto, el líder de los tories, David Cameron, parece buscar el equilibrio electoral perfecto y, mientras critica sin cuartel al actual Gobierno laborista por no haber atajado la crisis a tiempo, le ofrece colaboración para enfrentar la situación de una manera ordenada, marcando distancias con el espectáculo vivido esta semana en el Congreso de los Estados Unidos.
Además, Cameron no pasa por alto la necesidad de presentarse como un líder sólido ante las acusaciones de bisoñez recibidas desde el bando laborista, y para ello se sirve de los factótum del conservadurismo inglés poniendo como ejemplo a seguir a la propia Margaret Thatcher. Y aquí, de nuevo, se mueve en el filo de la navaja. No hay que olvidar que la «Dama de Hierro» fue -de la mano de Reagan- defensora a ultranza del neoliberalismo llevado a sus últimas consecuencias y que, aunque a regañadientes, ya nadie en las filas conservadoras duda de la necesidad de que los estados intervengan para devolver a su cauce las muy revueltas aguas de la economía mundial.